El Muro no lamenta... Joseph Hodara

[Jayme Fucs Bar]

La decisión gubernamental dirigida a habilitar un espacio particular para los religiosos judíos de ambos sexos en el jerosolimitano Muro de los Lamentos constituye un cambio radical en las tendencias que han regido hasta el presente. No se trata exclusivamente de una respuesta a las multitudinarias manifestaciones llevadas a cabo por mujeres convencidas que Dios ignora las diferencias que la minoría ortodoxa ha logrado imponer al Estado israelí desde su nacimiento.

Es mucho más que eso. La emergente postura refleja cambios radicales – económicos e ideológicos – que están trastornando las tendencias y las actitudes de estos grupos que, por tradición y conveniencia, muy poco ha contribuido al progreso social y a la capacidad defensiva del país.

Esta primera etapa de un benéfico cambio radical tiene origen en varias circunstancias. La primera es económica. Contemplando el bienestar que ciudadanos israelíes logran a través de los estudios seculares y del perseverante trabajo, la juventud ortodoxa ya no acepta vivir – por propia decisión – en una pobreza apenas aliviada por ayudas gubernamentales y del extranjero. Se trata de una auto-marginalidad ya inaceptable. Los datos estadísticos así lo revelan: más de la mitad de estos jóvenes hoy forma parte tangible de los mercados laborales, y por esta vía complementan – y también reconocen – los ingresos que las mujeres ortodoxas, con
grandes sacrificios, aportan a los hogares.

Un segundo factor es la tecnología. Los medios de comunicación (televisión, radio, teléfonos), los múltiples recursos ofrecidos por el Internet y la cibernética,

los éxitos tangibles logrados por aquellos que abandonaron el guetto y los barrios ortodoxos propician un viraje radical en las creencias y en los hábitos tradicionales. El universo secular y los atractivos que ofrece – desde el bienestar económico hasta las tentaciones sensuales- multiplica sus resonancias e influencia merced a estas innovaciones. Los intentos rabínicos en favor de la presunta kashrut que conceden selectivamente a computadoras y otros aparatos ya no se antoja legítima o tolerable en múltiples círculos.

Finalmente, gravitan también factores ideológicos. La condición excepcional de los grupos ortodoxos en Israel – error inicial del Estado israelí en 1948 - atenta no sólo contra la democracia y la fortaleza militar del país. Ignora la multiplicidad de corrientes religiosas judías que, sin desconocer a Dios ni a Sus elementales exigencias, han procurado – desde el siglo XIX- enhebrar nuevas modalidades en el culto y en la vivencia judía sin lastimar la fe y los principios religiosos. En contraste, la ortodoxia no solo se opone a estas legítimas innovaciones: con su postura, divide y enajena a la ciudadanía israelí y a la diáspora judía.

En suma: cabe esperar y propiciar que el cambio anunciado en la topografía del Muro de los Lamentos no sólo animará la igualdad y la tolerancia entre ciudadanos que se identifican con un Dios generoso y tolerante; debe acelerar innovaciones en un segmento poblacional que a la fecha ignora lo que el Estado legítimamente exige y el mundo ilustrado respalda.