O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana
“Para aprender la Torá, la persona debe tener paz” sentenció Rabí Yacob Culi, porque cuando las personas discuten la Torá es para llegar a la verdad y no para ganar una disputa o demostrar sus propios conocimientos. La gran aportación de Yitro a la administración del pueblo de Israel fue la ordenación o designación de Jueces que escucharan las quejas de las personas y con esto se buscaba que Israel pudiera dirimir sus problemas en paz en base a leyes justas aplicadas por sus jueces y esto habría de permitir el desarrollo del estudio de la Torá.
La función de un juez es la de traer la paz entre los acusadores y los acusados y todo juez que hace una sentencia honesta se convierte en socio de Dios en el acto de la creación. El juez se preocupa porque el poderoso no prevalezca sobre el débil que no se apodere impropiamente de bienes haciendo uso de su poder o su fuerza. Por lo tanto, si un juez se preocupa por recuperar bienes que fueron deshonestamente obtenidos y regresarlos a sus dueños legítimos, es acción que revalida la sociedad con Dios en la preservación de la civilización, haciendo así la voluntad del creador del universo.
La participación de los testigos es sumamente delicada, más aún cuando de ellos depende la vida del acusado porque
si su testimonio es falso, esa vida no se recuperará y sería igual a quien está destruyendo al mundo. Debían aportar todos los detalles que conocían aún si fueran éstos muy duros para el acusado.
Los miembros del tribunal debatían la sentencia; antes ellos se retiraban, comían poco y no bebían vino todo ese día. Cada quien hacía su intervención, empezando por los miembros de menor experiencia, para concluir con los líderes, y si el acusado resultaba merecedor de la pena de muerte era paseado a través de la ciudad diciendo en voz alta la razón por la que era condenado a muerte. También decía quienes eran los testigos, solicitando testimonios que lo pudieran exonerar de la pena de muerte.
La ética de los jueces debe ser impoluta y como dice el Rambam, Maimónides, en la Tosafta, el mejor juez es aquel que logra que las partes puedan arreglarse y no tenga necesidad de imponer sentencia pues siente que su deber en la Tierra es para traer la paz.
La Torá fue y es luz de la humanidad porque fue escrita con dirección divina. Regresar a estudiarla, revisar sus preceptos y procedimientos es como entrar a las profundidades de la sabiduría para la convivencia correcta entre los seres humanos. De ahí que ya viene en los genes del pueblo judío, reclamar justicia que es la base para que los seres humanos puedan vivir en paz.
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