JUDAISMO HUMANISTA

O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana

Interpretación y comentario
En la parashá “Bó” leemos: “Siete días levadura no habrá de encontrarse en vuestras casas; ya que todo aquel que comiere leudo será truncada esa alma de la congregación de Israel, ya sea extranjero o nativo del país” (Éxodo 12:19), y también: “Panes ázimos -matzot- se habrá de comer en los siete días, y no se te habrá de ver pan leudo, ni se te habrá de ver levadura en todo tu territorio”.(Éxodo 13:7).
La Torá es demasiado clara con la obligación de deshacernos de toda levadura -jametz- en Pesaj: Está prohibido que éste se encuentre en cualquier lugar de nuestra casa. Está prohibido incluso verlo. El que transgreda esta prohibición será cortado de su pueblo. La importancia especial de este precepto deriva de uno de los momentos históricos más significativos del pueblo de Israel: La salida de Egipto.
Por eso, es raro ver que hoy en día los judíos observantes guardan su jametz en un armario y lo venden. ¿Cómo puede ser que pasamos de la prohibición estricta de no tener jametz en nuestra casa al hecho de guardarlo en un armario de la cocina?
De la Tosefta (Pesajim 2:12) aprendemos: “Si un judío y un gentil están viajando en un bote y el judío trae consigo jametz, él puede venderlo al gentil o dárselo como regalo, y lo toma de vuelta de él después de Pesaj, con la condición de que se lo dé como un regalo absoluto”.
El Rabino Ioel Sirkis en su comentario al “Tur” (Oraj Jaim 248) amplía aún más y determina que, en el caso de jametz que sea dificil de transportar de un lugar a otro -como barriles de vino- está permitido separarlo en un cuarto, venderlo a una persona no judía y dar la llave al comprador. ¿Y qué pasaría en el caso en que el gentil piense que se trata de un negocio “real” y no quiera devolver la llave?
Según la “Mishná Brurá” no hace falta separar un cuarto para el jametz, sino que es suficiente almacenarlo en cualquier lugar de la casa -como un armario-, y venderlo a una persona no judía.
En esta rápida síntesis, llegamos así a nuestra situación actual. Pero conviene prestar atención a algunos puntos importantes de estos cambios. La venta de jametz es uno de los mejores ejemplos del desarrollo de la Halajá (la Ley Judía). Los Rabinos amplían y cambian las leyes de la Torá no sólo por la conveniencia espiritual de las personas, sino también por su conveniencia económica. El mensaje es que el ser humano no precisa sufrir un gran perjuicio económico por causa de la pérdida o destrucción del jametz.

Adaptar la Halajá a la realidad de sus tiempos
Pero si los Rabinos de cada generación intervinieron para adaptar la Halajá a la realidad de sus tiempos, quizás estamos en un nuevo momento para volver a analizar el tema del jametz. Como sólo pocas personas poseen grandes

destilerías de bebidas alcohólicas o grandes cantidades de dinero invertidas en productos de jametz, ¿por qué no comer - en la medida de lo posible- todo el jametz que nos pertenece antes de la fiesta de Pesaj y regalar lo que nos queda a personas no judías necesitadas, a trabajadores extranjeros o a familias que puedan disfrutar de esta donación?
Este nuevo desarrollo de la Halajá es un retorno y una mayor aproximación a la interpretación más simple del texto bíblico y a la intención original de este precepto: deshacernos del jametz que se encuentra en nuestra casa. Esto sirve para recordarnos que salimos de Egipto para servir a nuestro Dios y también nos acerca a una versión más estricta de lo que está escrito en la Hagadá de Pesaj: “Todo el que tiene hambre, que venga y que coma”: Para que cada persona de nuestro país -judía o no- tenga qué comer en la fiesta de Pesaj.

Estudio y análisis
Rabino Dr. Alexander Even-Jen**
¿En que creían los hijos de Israel en Egipto?
¿Fueron influenciados, en lo espiritual, por la cultura egipcia?
Cuando Moshé libera al pueblo de la esclavitud ¿logra también liberarlos de la cultura idólatra?
Maimónides, en su libro “Guía de los Perplejos” (Tercera Parte, capítulo 32) dice que debemos analizar las maneras según las cuales Dios conduce la Naturaleza, para así aprender cómo Moshé debía comportarse para conducir al pueblo.
Maimónides dice que las acciones de la Naturaleza no hay cambios inmediatos: Una cosa caliente no se enfría en un instante; hay un proceso gradual de enfriamiento. Así Moshé debe entender que un pueblo de esclavos no abandonará en un instante las costumbres idólatras que absorbió de la cultura egipcia.
Maimónides dice que la manera aceptada de adorar a los ídolos era ofrecer sacrificios:
“Era una costumbre difundida, familiar para el mundo entero -y nosotros mismos habíamos sido educados en ese culto universal- ofrendar diversas especies de animales en los templos donde se colocaban los ídolos, adorar a estos últimos y quemar incienso ante ellos(...). En consecuencia, la sabiduría de Dios, cuya previsión se manifiesta en todas sus creaturas, no juzgó conveniente ordenarnos el rechazo de todas estas especies de culto, su abandono y su prohibición. Pues, entonces, ello habría parecido inadmisible para la naturaleza humana que siempre se apega a lo que le es habitual”.
Maimónides argumenta que Moshé no ordenó interrumpir el culto de los sacrificios. ¿Por qué?
¿A qué se refiere Maimónides cuando dice que el ser humano “siempre se apega a lo que le es habitual “?
¿La intención de Maimónides era decir que era imposible anular el culto de los sacrificios porque ese era el culto aceptado a los dioses? ¿Cómo está relacionado este asunto con lo que antes explicó Maimónides sobre los procesos graduales de cambio en la Naturaleza?
Si es así, ¿la ofrenda de sacrificios es un ideal o es una conciliación con la realidad?

* Comunidad Conservadora de Modiín
**Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos Jerusalem

Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann

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