JUDAISMO HUMANISTA

O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana

Interpretación y comentario
“Y vosotros seréis para Mí un reino de sacerdotes y pueblo consagrado... Y dijo Dios a Moshé: Ve hacia el pueblo y santifícalos hoy y mañana y que laven sus vestimentas. Y que estén preparados para el día tercero...Y dijo él al pueblo: Estad preparados durante los tres días, no os acerquéis a mujer”.(Éxodo 19)
“Entonces dije: ¡Ay de mí, pues estoy perdido! Pues hombre impuro de labios soy y en medio de un pueblo impuro de labios estoy viviendo...Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas. Lo hizo llegar sobre mi boca y dijo: He aquí que ha tocado esto sobre tus labios, y se quitará tu iniquidad y tu error será expiado” (Isaías 6).
Como vemos en los versículos de la parashá “Itró” y de Isaías 6 (haftará que complementa esta parashá), hay dos temas paralelos: la santificación y la preparación para la consigna y el desafío, y la responsabilidad exigida para el cumplimiento de la función. En la parashá “Itró”, Moshé exige al pueblo en nombre de Dios, que se santifique para la Revelación que iba a ocurrir en el tercer día, y como parte de dicha santificación, él les recuerda el lavado de ropas y el no tener relaciones sexuales. En el capítulo 6 de Isaías recibe la misión de ser un profeta de Dios. En ambos casos, es necesario un cambio significativo en la conducta, ya sea del pueblo en el libro de Éxodo frente al Monte Sinai, como del profeta Isaías. Ese cambio se llama “Santificación” (“Ve al pueblo y santifícalos”) en el libro de Éxodo y “Expiación” (“y tu error será expiado”) en el capítulo 6 del libro de Isaías. Pero el sentido es parecido: No podrán actuar correctamente ante la consigna recibida sin un cambio de conducta.
Según mi forma de ver, el cambio de conducta sólo puede llegar mediante un cambio de forma de pensar, porque los pensamientos son los que guían a las acciones. Por lo tanto, para lograr el cambio, es necesario tomar conciencia de lo que se dice (“Pues hombre impuro de labios soy”) y de las relaciones íntimas en todo lo que se refiere a sexualidad (“no os acerquéis a mujer”), y “santificarse” en general. Para estar preparados para la consigna de la Revelación Divina sobre el Monte Sinai -con todo el compromiso que ella implica-, y de ser un profeta del pueblo de Israel, es necesario, en ambos casos, un cambio esencial en la forma de pensar. Sobre la esencia de este cambio, hablaremos más adelante.
Muy pocos de nosotros fuimos exigidos presentarnos ante una orden directa del Santo Bendito Sea. En contraposición, todos fuimos y somos exigidos prácticamente todos los días, estar preparados no con menos santidad- para ejecutar la consiga como se debe. Muchos desafíos nos obligan a prepararnos antes de ejecutarlos. Podemos pensar en casi todos los tipos de relaciones personales: como amigos o familiares, como trabajadores, como rabinos y educadores, como conductores en las calles, y otros. La pregunta es cómo nos preparamos para ello. Primero, el mismo hecho de preguntarnos a nosotros mismos: “¿Estoy preparado para llevar a cabo la consigna?”, ya es

una parte importante de la preparación. Otra pregunta: “¿Soy capaz de escuchar a los demás desde un lugar de verdadera apertura y aceptación, escucharlos y ayudarlos, aunque deba dejar mis preocupaciones, expectativas y temores de lado?”. No es fácil hacerlo.
¿Será que puedo escuchar que mi pareja tuvo un día difícil sin decir “¡pero yo también tuve un día difícil!”? ¿Soy capaz de escuchar que mi hijo dice: “Los niños de mi clase me molestan”, sin volver a mi infancia y a mis heridas? ¿Soy capaz de escuchar la angustia de un amigo de mi comunidad cuya mujer está enferma, sin que mis temores por los miembros de mi familia influyan en mi capacidad de ayudarlo? ¿Soy capaz de manejar sin permitir que las condiciones de la ruta me pongan nervioso y me lleven a perder la tranquilidad interior? Estos son los desafíos que enfrentamos día a día; desafíos que exigen no menos “santificación”. “Santificarse” significa ponernos a prueba a nosotros mismos y verificar que estamos limpios de cosas que nos impidan escuchar y ayudar a nuestros semejantes, y que nos permitan cuidar el equilibrio espiritual frente a situaciones llenas de elementos que nos irritan. La santificación de la cual hablo es, ciertamente, la santificación de la vida; nuestra capacidad de dar el mayor respeto a nuestros semejantes, aunque para ello sea necesario que renunciemos a nuestros intereses inmediatos.
Ese es el sentido práctico de la parashá de esta semana y de la haftará de Isaías: Santificarnos, para poder servir y ayudar, y para poder actuar frente a los desafíos cotidianos que aparecen en nuestro camino como educadores, rabinos, amigos leales y como parte de las personas que buscan construir relaciones de respeto y de amor.

Estudio y análisis
Rabino Dr. Alexander Even-Jen**
“Le dijo el suegro de Moshé a él: No es bueno lo que tú estás haciendo. Marchitar te vas a marchitar, tú y también este pueblo que está contigo, pues es pesada para ti la cosa. No podrás hacerlo solo. Ahora escucha mi voz, te voy a aconsejar y Elohim está contigo. Estáte tú para el pueblo frente a Elohim, y habrás de traer tú las cosas ante Elohim. Tú habrás de advertir a ellos acerca de las leyes y enseñanzas y les harás conocer la senda por la cual deberán encaminarse y la acción que deberán cumplir”. (Éxodo 18:17-20)
Itró, un sacerdote con experiencia se dirige a Moshé con un consejo demasiado positivo. Los Sabios discutieron sobre el momento en el que fue dado aquel consejo: ¿fue antes o después de la entrega de la Torá?
¿Puede ser que Ibn Ezra supuso que si el relato sucedió antes de la entrega de la Torá, algunos podrían decir que la misma entrega de la Torá no era sino la concretización del consejo de Itró?
Y si fuera así, ¿eso afectaría la cualidad Divina de la Torá? ¿Por qué?
¿Por qué Moshé no llega por sí mismo a la conclusión de delegar responsabilidades? ¿Puede ser que él temía que su posición se viera afectada?

* Vice Decano del Instituto Rabínico “Schechter”, Jerusalén
**Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos Jerusalén

Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Asamblea Rabínica de Israel, Movimiento Conservador y Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: Rabina Sandra Kochmann.

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