JUDAISMO HUMANISTA

O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana

Shabat, el tiempo del espíritu Autor: Rajel Hendler

Shabat, el tiempo del espíritu
Autor: Rajel Hendler

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“¿Qué fue creado el séptimo día? La tranquilidad, la serenidad, la paz, el reposo”.
Se ha dicho que “en el hombre coexisten al mismo tiempo el individuo y la persona. El individuo es la materia y sus caracteres fisiológicos; la persona acentúa lo que existe de espiritual en el hombre”.
El shabat está consagrado a la persona. El individuo es la materia y sus caracteres fisiológicos; la persona constituye lo anímico del hombre. El individuo es lo que tenemos de común con animales y plantas; la persona constituye lo espiritual del hombre. El shabat está consagrado a la persona. Es el tiempo del espíritu. Este es el primer calificativo que me brotó al escribir sobre el shabat y lo sigo repitiendo durante años.
Es la pausa indispensable para que nuestro yo se manifieste. Es en esa paz sabática, cuando el hombre, al lograr evadirse de la alienación cotidiana alcanza el diálogo buberiano de Yo y Tu magistralmente expresado en esta oración: “Túnos revelaste, oh Dios, tu Justicia y nos enseñaste el cumplimiento de tus preceptos que nos conducen a la realidad a la rectitud y tu Torá que es la senda de la verdad.
Nos concediste días de júbilo y de solemnidad, nos gratificaste con la Santidad del shabat y el regocijo de las fiestas. Nos hiciste distinguir entre lo sagrado y profano, entre la Luz y la Oscuridad, entre los seis días de la Creación y el séptimo día.”
Esparcidos por el vasto mundo los hijos de Israel y los hijos de sus hijos han preservado la antorcha de su ser nacional y de su fe, la esencia de su unidad está en la Biblia y su mensaje es el vínculo indestructible entre el hombre y el Creador. A través de todas las pruebas inenarrables de servidumbre y de dispersión cultivaron su amor al pequeño país de sus antepasados, Israel.
Desde el punto de vista social, el descanso hebdomadario, se ha considerado como una de las leyes más justas. En nuestra legislación encontramos el descanso sabático entre los primeros preceptos divinos.
“Seis día trabajarás y harás toda tu obra, más el séptimo día será reposo para Jehová tu Dios; no harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas”. Así prescribe el cuarto Mandamiento (Deuteronomio V 12'15).
La palabra shabat, cuyo significado es descanso, implica ya la abstención del trabajo. Dios ordena descansar el séptimo día. Claro está que el descanso no quiere decir literalmente, ausencia de actividad. Es algo más profundo que eso: es la dignificación del individuo, dedicado durante seis días a tareas que le son impuestas por las necesidades de la vida. En ese séptimo día el hombre es dueño de si mismo y con entera libertad puede disponer de la inversión de sus horas. Y las horas del sábado: lecturas y meditaciones, pláticas amistosas embellecen su ocio y lo elevan en su autoestima.
La Biblia y el shabat fueron pilares, monumentos originales. Junto a la influencia del hogar y la escuela, la familia, la madre juegan el primordial papel de formación del futuro del hombre en nuestra tradición y educación.
La madre como rectora del hogar y la que bendice las velas del sábado. Muchos son los grandes hombres que han escrito conmovedoras páginas sobre sus madres.
Domingo Faustino Sarmiento entre su fecunda producción literaria tiene una magnífica pieza titulada: “La Historia de mi Madre” y sólo con leer sus primeros renglones nos invade un dulce estremecimiento; dice así: “siento una profunda opresión de corazón al estampar los hechos de que voy a ocuparme. La madre es para el hombre la personificación de la Providencia, es la tierra viviente a que se adhiere el corazón, como las raíces al suelo”.
Y en otra parte hablando de su madre agrega: “comprenderán entonces los imperecederos recuerdos de aquella escuela de mi madre, en donde la escasez era un acaso y no una deshonra.” Termina diciendo: “Bienaventurados los pobres que tal madre han tenido”.
Qué coincidencia, entre Bialik y Sarmiento. Ambos hablan de sus hogares humildes y exaltan las figuras de sus madres. En su poema titulado “Mi Madre”, Bialik ha interpretado con sublime arte poético el profundo significado del sábado hebreo y el rol de la madre judía.
Bajo su pluma, el sábado adquiere vida y se eleva lleno de piedad hacia los pobres y lo sintetiza en una lágrima ardiente que a la vez apaga y enciende la vela bendecida.
Su madre ha invertido sus últimos centavos en velas que encenderá para recibir el shabat. En sus buenos tiempos siete velas iluminaban el altar sabático, hoy sólo dos alumbran y escuchan sus oraciones. De pronto una lágrima ardiente cae sobre una de las velas y la apaga. La madre llora amargamente, el sábado fue avergonzado y de pronto, se hace la luz: una lágrima ardiente cae sobre la vela apagada y se vuelve a prender. Se produce el milagro: ahora dos velas iluminan el altar sabático.
El espíritu, la gloria misma del Hacedor besó el cirio apagado y la gloria del shabat fue restituida.
Quiero terminar para exaltar la solemnidad del sábado, con las palabras del poeta en idish Roizemblit:“La nieta le pide a la abuelita:no hagas Havdalá (la oración que separa el sábado del día hábil), para que el tiempo siga siendo un palacio y no una choza o una casa común.”





Atualizado pela última vez por Jayme Fucs Bar 21 Maio, 2010.

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