Interpretación y comentario
La parashá “Tetzavé” comienza con los versículos: “Y tú habrás de ordenar a los hijos de Israel que te traigan aceite de olivas machacadas, puro, para el alumbrado, para encender una lámpara permanente. En la Tienda de Reunión, del lado de afuera del velo que está ante las Tablas del Pacto, lo ordenará Aarón y sus hijos, desde la noche hasta la mañana ante Adonai: Ley permanente por sus generaciones con los hijos de Israel” (Éxodo 27:20-21).
La pregunta que se hicieron muchos comentaristas es: ¿cuál es la razón para que El Santo Bendito Sea pida el encendido de una lámpara permanente? Puesto que no puede ser que Dios necesita una luz de nuestra parte. Una de las respuestas que propone el midrash sobre este tema es que a la persona creyente se le ordena servir a Dios y alumbrar Su rostro, para educarse a sí mismo y tomar conciencia de no ser un desagradecido por las bondades y beneficios que recibe. Y así dice el Midrash Rabá: “Dijo el Santo Bendito Sea a Moshé: “y que te traigan aceite de olivas machacadas, puro, para el alumbrado”. No es que Yo lo necesite, sino para que me alumbren a Mí como Yo los alumbré a ellos. ¿Por qué? Para elevaros a vosotros por sobre todas las naciones, y que digan: “Israel alumbra a Quien alumbra a todo el mundo...”. Según la lectura simple del midrash podemos entender que se trata de una relación del tipo “yo te doy a ti y tú debes devolvérmelo”. No quisiera ver en las relaciones con Dios un tipo de relación de “toma y da”, ni tampoco puedo creer que ésa es la verdadera intención del midrash.
Por lo tanto, trataré de explicar la orden de encender una lámpara permanente para Dios, como yo interpreto este asunto en mi vida cotidiana.
Comenzaré con un cuento
“Se cuenta que el Rabi Israel Salanter salió de la Casa de Estudios en plena noche y vio una pequeña luz titilando en la ventana del zapatero. Rabi Israel -que era sensible al dolor y a las dificultades de cada miembro del pueblo de Israel- entró a la casa del zapatero y lo encontró sentado, arreglando un zapato a la luz de la vela.
Le preguntó el Rabi Israel: ”¿Por qué trabajas hasta tan tarde?”
”Rabi:” -respondió el zapatero- “Mientras la vela todavía arda, debo trabajar y arreglar”.
Inmediatamente, el Rabi Israel regresó a la Casa de Estudios, llamó a los que estaban estudiando durante la noche y les dijo: “Amigos y hermanos míos: Una gran enseñanza aprendí en este momento del zapatero: Mientras la vela todavía arda, el ser humano debe trabajar y arreglar...”
El mensaje del cuento lo podemos aprender mediante el versículo de Proverbios 20:27: “La vela de Dios es el alma del ser humano”. Es decir, el alma del ser humano es como la lámpara permanente que El Santo Bendito Sea pidió que se encienda delante de Él. El ser humano puede vivir mientras le falta una parte de su cuerpo, pero no tiene vida sin alma: El alma del ser humano es la lámpara permanente que ordenó El Santo Bendio Sea que sea encendida. Y el objetivo del alma de “la vela de Dios”- según nuestro cuento, es “trabajar y arreglar”-, es presentar los resultados ante Dios. En nuestro cuento, el trabajo del zapatero es un trabajo simple, su sustento diario, como cada uno de nosotros lo puede hacer. Y, según mi opinión, ése es justamente el asunto que el cuento quiere destacar: el ser humano puede encender una lámpara permanente incluso en su vida cotidiana, y no es necesario que busque y espere momentos de santidad y de revelación para encender la luz de su alma. “Trabajo y arreglo” son las herramientas simples y conocidas que encienden la lámpara permanente ante El Santo Bendito Sea.
Estudio y análisis
Rabino Dr. Alexander Even-Jen
Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos Jerusalem.
“Y tú habrás de ordenar a los hijos de Israel que te traigan aceite de olivas... para el alumbrado, para encender una lámpara permanente” (Éxodo 27:20-21)
¿Por qué dice: “Y tú habrás de ordenar a los hijos de Israel” y no: “Ordena a los hijos de Israel”? Najmánides dice que era importante destacar que el sentido de esta frase es: “Tú mismo ordénales”.
¿Por qué es importante que el mismo Moshé sea el que da la orden?
¿Por qué el consejo de Itró no rige aquí también? Puesto que Itró había propuesto -y Moshé aceptó su consejo-, que debía delegar autoridad y nombrar personas que ocupen su lugar.
¿Acaso las leyes relacionadas con el Tabernáculo son más importantes que las leyes relacionadas con los seres humanos?
¿Puede ser que la razón es que en el campamento ya se escuchaban objeciones sobre la posición de Aarón y sus hijos u otras personas que ya se veían como cohanim en el futuro próximo? ¿Quizás ellos ya daban consejos? Por lo tanto, ¿había necesidad de que el propio Moshé aclare cuál era el camino deseado?
“Y habrás de acercar hacia ti a Aarón tu hermano y a sus hijos con él, de entre los hijos de Israel, para servir ante Mí. Aarón, Nadav y Abihú, Elazar e Itamar, los hijos de Aarón” (Éxodo 28:1).
¿Por qué “acercar”?
¿Por qué había necesidad de detallar los nombres de los hijos de Aarón, si ya estaba escrito: “a Aarón tu hermano y a sus hijos con él”?
¿Puede ser que existía cierta “competencia” entre los hermanos?
¿Por qué “Aarón tu hermano” y no solamente “Aarón”?
¿Por qué había necesidad que Dios diga eso? ¿Acaso el tema no era obvio?
¿Había necesidad de la orden de Dios para “evitar” la calumnia, para evitar que en el pueblo no se diga que hay aquí cierto tipo de “favoritismo”?
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, la Asamblea Rabínica de Israel, el Movimiento Conservador y la Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: rabina Sandra Kochmann.
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