JUDAISMO HUMANISTA

O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana

Kol Nidré, la historia de una oración clave -Naomi Yudkovsky, Kibutz Lojamei Haguetaot


Kol Nidré, la historia de una oración clave
Nos arrepentimos por el incumplimiento de todos los votos que formulamos, de las obligaciones rituales que contrajimos, de los anatemas en los cuales incurrimos y de los juramentos que prestamos ante Dios, desde este Día del Perdón hasta el próximo Día del Perdón que nos llegue para el bien.

De todos ellos nos arrepentimos. Sean todos ellos absueltos, nulos, y sin valor, sin efecto, y sin carácter de obligación. Nuestros votos que no sean considerados como tal, tampoco nuestras obligaciones ni los juramentos que prestamos ante Dios.

Kol Nidrei es una oración que hacemos en la víspera de Iom Kipur, comenzando con el servicio religioso. Mediante el Kol Nidrei, queda declarado que todas las promesas que hemos hecho y no hemos cumplido, quedan anuladas.

Esta oración está basada en el mandato bíblico de que un judío no debe quebrar ninguna promesa proferida, y trata de la anulación de las promesas hacia el Todopoderoso hechas voluntariamente por el hombre pero no observadas o quizás no cumplidas porque estaban por encima de su capacidad.

Respecto de las promesas hechas al hombre, en cambio, Kol Nidrei no es aplicable. Una persona no puede ser liberada de una obligación para con su prójimo salvo por consentimiento de la persona concernida.

Ha sido sugerido que la oración de Kol Nidrei fue compuesta por los judíos de España en los tiempos del Rey Recaredo I (586-601), después de la persecución a sus súbditos judíos. Él ordenó su conversión al catolicismo y estos debieron atacar estas disposiciones contra su conciencia y voluntad. Con la llegada de Iom Kipur, cuando se reunían clandestinamente para ofrendar sus plegarias a Dios, el mayor de todos ellos se levantaba para declarar que todos los juramentos y promesas que habían hecho eran nulos y vanos, puesto que los habían formulado bajo coacción. Así es como la fórmula usada en este preciso día fue introducida al oficio. Es probable también que fuera en esas circunstancias, en que los emocionantes acordes de Kol Nidrei hubieran sido compuestos.

Más tarde, esta costumbre se extendió a muchas de las tierras vecinas, probablemente a través de la migración de los marranos, y fue retenida aún en época de libertad religiosa
Ocurría a menudo que, cuando los judíos marranos visitaban a sus cofrades en los Iamim Noraim (Días Terribles) en las sinagogas portuguesas de Ámsterdam y Hamburgo, los últimos se oponían a admitirlos en su congregación. Argumentaban que los marranos debían haber huido y abandonado todas sus posesiones en España en lugar de someterse a una conversión externa.
De aquí que nuestros Sabios de esa generación ordenaron la recitación de la frase:
''על דעת המקום ועל דעת הקהל אנו מתירין להתפלל עם העברינים''
“Invocando Divina sanción y con la anuencia de esta sagrada congregación declaramos: nos es lícito orar junto a los transgresores (es decir, los avarianim, o sea, los marranos)

Probablemente, como fue sugerido, la palabra avarianim, podría ser una referencia a la península de España, pues en Europa sus habitantes eran generalmente llamados ibéricos.
El Kol Nidrei resuena, en verdad, con el clamor milenario y genera en la sinagoga una atmósfera muy particular, la melodía produce una emoción muy fuerte, creando una fuerza espiritual que evoca la trascendencia del día que comienza.

Max Bruch y Kol Nidrei
Si bien para algunos el origen del Kol Nidrei se remonta al período de los godos occidentales, cuando comunidades enteras eran obligadas a bautizarse para más tarde los judíos reunirse en secreto durante Iom Kipur y repetir ese rezo para evitar caer en perjurio, otros afirman que la melodía fue instituida en el exilio babilónico, y también se afirma que data de la época talmúdica, en la Edad Media, entre el 600 y el 1100.

Lo cierto es que ninguna otra melodía tradicional judía ha atraído tanta atención de compositores en los últimos siglos como el Kol Nidrei. Son innumerables los arreglos para voz, piano, órgano, violín o cello.

En las primeras notas del cuarteto de cuerdas op. 131 de Beethoven el inicio de Kol Nidrei es reconocible, Arnold Schoenberg compuso una pieza basada en esta plegaria, pero quizás el arreglo más conocido y conmovedor sea el de Max Bruch, su opus 47 Adagio en melodías hebreas para violoncelo y orquesta. Esta obra, pieza clave que todo cellista debe interpretar en algún momento de su carrera, fue compuesta en 1881. Bruch, alemán y protestante, se familiarizó con la melodía cuando su maestro Ferdinand Hiller lo presentó a la familia Liechtenstein en Berlín. Bruch expresó que a pesar de ser protestante se sintió cautivado por la belleza de la melodía y se sentía orgulloso por el arreglo orquestal que había hecho y de incorporar melodías judías no sólo a sus composiciones sino también al repertorio musical de las salas de los conciertos.

Leyenda sobre el nacimiento del Kol Nidrei
En tiempos de Fernando e Isabel, pertenecía a la corte de España el judío Manuel de Texeiro.
Grande era el afecto que la real pareja había cobrado al cortesano judío, y cuando en 1492 dieron el edicto de la expulsión de los judíos de España, los reyes obligaron a Manuel de Texeiro a permanecer a su lado.
Don Manuel continuó, sin embargo, fiel a la fe de sus mayores.
No eran muchas las prácticas religiosas que él y los demás marranos podían celebrar en secreto, pero Iom Kipur era devotamente observado por todos, aún poniendo en juego sus vidas.

En una escondida gruta, lejos de toda mirada humana, se reunían los marranos para elevar sus plegarias a D-s.
Pero he aquí que un aciago día de Iom Kipur los agentes de la Inquisición dieron con el rastro de los perjurios, y todos fueron condenados a morir en la hoguera.
Sólo a Manuel de Texeiro, por pedido especial del monarca, le fue perdonada la vida, pero con una condición: que abominara públicamente de su “terrible pecado”.

Don Manuel se negó rotundamente a aceptar la gracia. Quería seguir la suerte de sus hermanos y morir con ellos, santificando el Nombre Divino (“Al kidush Hashem”).
Mas el rey, que lo estimaba de veras, lo visitó personalmente en la prisión y tanto le rogó, tanto le imploró, que Don Manuel, con el alma desgarrada, accedió por fin.
Y llegó el día del gran Auto de fe. Uno tras otro expiaron los condenados santificando el nombre de D-s. Y ya le tocaba el turno a Don Manuel. Acercóse el Gran Inquisidor e invitóle a expresar público arrepentimiento por el pecado cometido, tal como lo prometiera el rey.

La plaza estaba repleta de populacho, de nobles, de altos miembros de la Corte. Don Manuel ascendió las gradas que conducían hasta la ardiente pira.
Todas las miradas se dirigieron hacia la erguida figura del judío, a cuyas espaldas danzaban las lenguas de fuego como un clamor sin palabras. Todos los rumores, toda la algarabía, callaron de golpe.

Y en medio del silencio se alzó la poderosa voz de Don Manuel de Texeiro: “Desde hace 3000 años, el pueblo de Israel le ha guardado fidelidad a la Torá, a la ley de Moisés, que le fue dada en el Monte Sinaí en medio de una columna de fuego, debemos también volver con ella al regazo del pueblo”.

Y así diciendo, se arrojó a la ardiente pira y entregó su alma pronunciando el “Shemá Israel”.
Un inspirado compositor, que se encontraba entre los miles de espectadores, regresó a su casa con el alma profundamente sacudida por el macabro espectáculo que acababa de presenciar y, en un rapto de inspiración, narró en compases inmortales el martirologio de los marranos.
Así, cuenta la leyenda, nació esta profunda, tocante, melancólica, estremecedora y elocuente melodía, la más hermosa y la de mayor valor musical de todo el ritual judío...
(Extracto de “Iamim Noraim”, serie “Lamoadim”, de Irgún “Bnei Akiva”, 1974)

Sobre la anulación de las promesas
Es sabido que la oración de Kol Nidrei en la historia fue con frecuencia la causa de acusaciones contra los judíos. Los enemigos de la judeidad utilizaron esta oración, para probar a sus ignorantes seguidores que un judío podía anular sus promesas por medio de ella y, por lo tanto, no era de confiar. Es así que el 24 de junio de 1240, Rabí Yejiel de París intentó refutar el desafío hecho por el obispo Nicolás Dunin en presencia del Rey Luis IX y la Reina Madre Blanca de Castilla, venciendo al demostrar –citando pruebas del Talmud- que Kol Nidrei no absuelve a un judío de guardar la promesa hecha al prójimo.

En 1656, Manase Ben Israel tuvo una experiencia similar en sus negociaciones con Cromwell por la readmisión de judíos en Inglaterra. Aun más tarde, luego de repetidas presentaciones ante las autoridades de Rusia por ciudadanos inamistosos, éstas emitieron una orden en 1857, prescribiendo una introducción especial para la oración de Kol Nidrei.

En ella nuevamente se declara explícitamente que es únicamente aplicable a aquellas promesas que involucran a la persona que las hace y no a ninguna otra.
(Extraído de: El Ciclo del Año Judío, Iaacov Vainstein)

Kol Nidrei en Auschwitz, 1943
En el bloque 27 en Auschwitz había 600 mujeres. En un ala se ubicaban las mujeres judías y en la otra las mujeres cristianas, ucranianas y polacas. Para contener la gran cantidad de prisioneras que en esos días subió el número con la constante llegada a de los “transportes”, se decidió dividir al Block con medianeras. La distancia entre una y otra era de dos metros. Cada cabina albergaba tres banquillos, para cinco mujeres cada uno. Era grande el hacinamiento. El “menú” consistía por la mañana en café amargo, al mediodía sopa y por la tarde 200 gramos de pan.

Una tarde volví del trabajo y me paré en la fila al lado de la puerta para recibir mi ración diaria. Esa misma tarde me sorprendí al encontrar unas velas al lado de mi pan. Me asombré y pregunté para aclarar el asunto. “Esta tarde es Iom Kipur”, me contestaron. Me volví a sorprender cuando vi a las mujeres judías que se preparaban a ayunar, a pesar de las condiciones de hambruna en que vivíamos diariamente…

Ese Kol Nidrei las mujeres del pueblo de Israel estaban frente a las velas encendidas. La luz se esparció por todo el Block, mientras ellas lloraban y rezaban. Las mujeres católicas del ala contigua contemplaron la situación y callaron.

Un silencio profundo albergó todo el bloque: a un lado, las mujeres judías frente a las velas encendidas; al otro, las mujeres polacas y ucranianas, sorprendidas al observar el entorno.
De pronto, una de las mujeres polacas pasó a nuestro lado del Block y dijo: “compañeras judías, hoy, el día de vuestra fiesta, les deseamos que sean merecedoras de festejar el próximo Iom Kipur en libertad, y que al volver a vuestros hogares, encuentren allí a vuestras familias…” No recuerdo más palabras de su discurso, sólo recuerdo la inmensa emoción que se suscitó entre nosotras... Fue un momento de fraternidad entre los seres humanos, en un lugar donde se trataba al hombre peor que a un animal.

Y lo más sorprendente sucedió al día siguiente. Como las mujeres judías ayunaron, quedaron raciones de comida que no fueron tocadas durante todo el día. A pesar del hambre y de las condiciones imperantes, cada ración permaneció allí hasta la salida de la primer estrella, hasta que el concluyó ayuno.
(Extraído del diario Naomi Yudkovsky, Kibutz Lojamei Haguetaot)

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En la Mishná (Yoma, capítulo octavo) se establece: en el Día del Perdón, quien haya ofendido o afectado al prójimo debe solicitar su disculpa, y sólo este -el damnificado- puede otorgarla..
Podemos decir: un acto de responsabilidad social, un momento de solidaridad individual y colectiva.
Según el Talmud de Babilonia entre el comienzo del año (Rosh Hashaná) y el Día de Kipur se borran las diferencias entre hombres libres y esclavos: anticipo de una nueva sociedad.

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