Ordenan nuevos rabinos laicos humanistas en Israel
El mes pasado fueron ordenados en Jerusalén 12 nuevos rabinos laicos que junto a los 12 que fueron ordenados en los años anteriores, conforman la organización MERJAV (Moetzet Rabanim Jiloniim VeIsrael - Consejo de Rabinos Laicos en Israel). Uno de los nuevos rabinos es el Dr. Efraim Zadoff, historiador, educador y redactor de las conocidas Enciclopedia de la historia y la cultura del pueblo judío y de Shoá - Enciclopedia del Holocausto. En esta importante ocasión en su vida decidimos volver a entrevistarlo para que nos cuente sobre esta experiencia de convertirse en “rabino laico humanista”.
P. Aurora: ¿Qué significa ser rabino laico humanista?
R, Efraim: Ante todo debemos analizar cuál es la esencia del rol de rabino en la cultura judía: en la Mishná Tratado de Avot, se define a un “rav” como maestro, líder espiritual, conocedor e interpretador de las fuentes. Con el tiempo el rol de rabino fue ampliándose y con el correr de los siglos llegamos a que en nuestros días su función es la de ser un guía espiritual y un organizador comunitario en el sentido más amplio del concepto.
P.: ¿Es decir?
R.: Un rabino se ocupa de ayudar a los judíos a desarrollar su vida espiritual, cultural y vital de acuerdo a sus necesidades y sus convicciones respecto a la cultura judía. Esto se refiere al ámbito educativo, en la realización de ceremonias que acompañan los jalones vitales como ser el nacimiento, el comienzo de la adolescencia y los primeros pasos hacia la adultez, la formación de una familia, casamientos, funerales y duelo, como así también en los diversos eventos del calendario hebreo.
P.: ¿No hay una contradicción intrínseca entre el concepto del laicismo o no religiosidad y el de rabino laico? ¿No es esta una función netamente religiosa?
R.: Como dije, el rabino es un funcionario que debe servir a la comunidad. Originalmente esta función no tiene necesariamente relación con el culto religioso. Esto se debe a la característica de las expresiones religiosas de la cultura judía, que para poder desarrollarse y realizarse no precisan de la presencia de un rabino sino la de diez judíos sólo varones para los religiosos ortodoxos, y también mujeres para los religiosos conservadores y reformistas. Pero de ningún modo se precisa de un rabino para realizar actividades de culto, como ser rezar, o ceremonias vitales, aún las más formales como el casamiento.
P.: ¿Pero en Israel uno no puede casarse sin la intervención de un rabino?
R.: Para ser más específico, para casarse en Israel se precisa la participación de un rabino religioso ortodoxo que esté registrado en el Rabinato. El casamiento oficiado por otros rabinos, aún si son religiosos de las diferentes corrientes, incluyendo ortodoxos que no están registrados en el Rabinato, no es reconocido oficialmente. Esto se debe a que el Estado de Israel, siguiendo la tradición legal del Gobierno turco y luego del Mandato Británico, delegó el registro de los eventos vitales de la población en los líderes de las diversas religiones.
El Rabinato Principal (Harabanut Harashit), que es una institución ajena a la tradición y la cultura judía, es una entidad administrativa y que de este modo recibió el monopolio del registro de vida sobre todos los judíos, aún sobre aquellos que no reconocen su autoridad como regulador de la vida judía. Y está claro que somos la ma-yoría de los judíos israelíes.
P.: ¿Y de dónde proviene esta asociación del término rabino a la religión?
R.: Puedo sugerir dos orígenes: el primero es la asimilación por parte de los judíos de tradiciones cristianas. Esta asimilación se debe en gran medida a que durante siglos los judíos vivimos como minoría en sociedades cristianas y asimilamos muchos de los conceptos de su cultura. En el cristianismo el “padre” o el “pastor” es el oficiante y mediador entre el culto y el hombre regular. Sin ellos no se puede realizar ninguna ceremonia de vida. Este concepto es extraño al judaísmo. El segundo es la percepción de que el judaísmo es una religión, interpretación que limita la visión y la proyección del judaísmo como cultura. En los últimos siglos comenzó a desarrollarse la interpretación humanista del judaísmo como una cultura nacional en que sólo una parte de sus expresiones son religiosas. Esta perspectiva, uno de cuyos precursores en los últimos siglos fue Baruj Spinoza, ha sido adoptada prácticamente por la absoluta mayoría de los judíos.
P.: ¿Pero ustedes niegan la importancia de la Biblia?
R.: ¡De ningún modo! La Biblia, tal como lo planteó Spinoza hace más de 350 años, es una compilación de libros, en realidad una pequeña biblioteca, que conforma la fuente de inspiración del pueblo judío. Es el pilar de nuestra literatura clásica. Como tal es respetada, valorada y querida por los judíos de las diferentes corrientes ideológicas: los rabínicos que basan su vida en las interpretaciones registradas en la Mishná, el Talmud y toda la literatura que se basa en estos libros y que conforma la Halajá; los karaítas, que aceptan sólo lo escrito en la Biblia; los “Beta Israel” originarios de Etiopía que mantuvieron un sinfín de tradiciones de la época bíblica y no aceptaron muchos de los cambios realizados por el judaísmo rabínico. Todos estos ejemplos y muchos más demuestran la diversidad en la interpretación de nuestras fuentes literarias clásicas. Esta diversidad también fue documentada por los escritos compilados en el Talmud.
P.: ¿Podrías dar algún ejemplo de esta diversidad en la interpretación o en los cambios aceptados por algunos y rechazados por otros?
R.: De la multitud de casos que se puede encontrar sobre cambios que realizaron los fundadores de la corriente rabínica JAZAL (acrónimo de Jajameinu Zijronam Livrajá, es decir, nuestros sabios de bendita memoria) voy a citar dos: uno de ellos se refiere a la ley bíblica de “ojo por ojo, diente por diente…” (Shemot Éxodo, cap. 21 vers. 24). Esta ley que obligaría a castigar a un trasgresor con el mismo daño que causó al próximo (quitarle un ojo si por su acción le hizo perder un ojo a un semejante). Esta disposición, que no hay testimonio de haber sido aplicada alguna vez en la época bíblica, fue transformada por JAZAL imponiendo en su lugar el pago de una indemnización por el daño causado. Esta disposición es vigente hasta hoy en toda legislación moderna. Un segundo ejemplo, que atañe solamente al pueblo judío, es la vía por la que se transmite la pertenencia al pueblo judío. En la época bíblica la pertenencia al pueblo de Israel se transmitía de generación en generación por medio de los varones. En la Mishná y en el Talmud, un siglo después de la destrucción del Segundo Templo, se cambió esta tradición y se decidió que la pertenencia al pueblo se transmitiera sólo por la vía materna. Sin embargo, en el Talmud perduraron tradiciones que aún sostenían la vigencia de la transmisión por vía paterna. En el presente las comunidades de karaítas y de originarios de Etiopía, mantienen la tradición bíblica; las corrientes religiosas rabínicas mantienen la tradición talmúdica y la corriente religiosa reformista está dividida en sus posiciones al respecto.
El Movimiento Sionista fundado por judíos laicos, adoptó desde su comienzo ambas tradiciones aceptando como judíos legítimos a los hijos de hombres o de mujeres judíos indistintamente. Sin embargo el Estado de Israel, fundado por el Movimiento Sionista, no acepta la tradición de sus fundadores y mantiene una actitud discriminatoria respecto a los varones judíos como transmisores legítimos de la pertenencia nacional a sus descendientes.
P.: Retornando al tema del Rabinato laico humanista, ¿quién otorga esta graduación?
R.: El Instituto Mundial de Judaísmo Laico Humanista fundado en los años '80, entre otros por el Prof. Iehuda Bauer, el rabino Sherwin Wein z”l y el vicepresidente de la Suprena Corte de Justicia el juez Jaim Cohen z”l, formó dos campus, uno en Detroit, Estados Unidos, y otro en Jerusalén, cuya organización se denomina Tmurá Iahadut Israelit.
P.: ¿Quién reconoce vuestra autoridad como rabinos?
R.: De acuerdo a la tradición judía milenaria, un rabino es reconocido por la institución que lo ordena y por la comunidad que lo acepta como autoridad espiritual. Esta situación es vigente hasta el presente en todo el amplio entorno del liderazgo judío. Cada rabino o tribunal rabínico es reconocido por sus seguidores y esto es cierto también en los sectores religiosos ortodoxos a diversos efectos, incluyendo asuntos prácticos como la kashrut de los alimentos. Sin embargo, en los sectores liberales del judaísmo religioso que incluye a ortodoxos, conservadores, reformistas y reconstruccionistas, hay una actitud muy respetuosa, que es mutua, hacia nosotros.
El reconocimiento más valedero es el que recibo de los judíos que ven en mí su guía espiritual, y de las familias y parejas que solicitan mi colaboración en la realización de sus ceremonias.
efraimzadoff@gmail.com