JUDAISMO HUMANISTA

O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana

“Escucha Israel, Dios es único” Una frase que perdura a través de la historia del pueblo judío Autor: Bernardo Gorgun, Honduras

Shema Israel es la expresión que declara la unicidad, omnipotencia y omnipresencia del creador soberano del universo y todo lo que hay en él. Esta declaración que encontramos en términos imperativos en la Parashá Etjanan que es la segunda Parashá del libro Devarim (Deuteronomio), el pueblo de Israel clama al menos dos veces al día “Shema Israel Adonai Eloheinu, Adonai Ejad” (Escucha Dios de Israel, Dios Nuestro, Dios Unico), y nos obliga no sólo a hacer la declaración dos veces al día sino enseñar a nuestros hijos los preceptos que ordena, mas de inmediato ordena poner a los varones de Israel poner las Tefilim todos los días del año, menos en los días festivos entre los cuales se incluye el sábado como uno de los días más sagrados y festivos del pueblo de Israel. En dichas filacterias están dos cajitas, una para colocarla frente al corazón y la otra entre tus ojos, Estas cajitas contienen entre otras esta misma declaración: “Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno”.



La “mezuzá” es la cajita que colocamos en las jambas de las puertas donde habitamos o permanecemos por largo tiempo durante el día y también contiene un pergamino pequeño escrito a mano que también dice (Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno”, para que al salir o al entrar con sólo un beso reiteremos esa declaración y además mostremos que somos seres frágiles y temerosos de él.
Recién pasamos una de las fechas más terribles en el calendario hebreo pues durante esa fecha ocurrieron las tragedias más grandes al pueblo hebreo: el día nueve del mes de Av. Entre otras desgracias anotamos la muerte del hermano mayor de Moisés, Aharón, un hombre muy querido por el pueblo; la destrucción del Primer Templo y la salida al exilio en Babilonia, donde sentados a la orilla de los ríos de Babilonia nos quedamos añorando al pequeño Jordán.
El Segundo Templo también fue destruido por los romanos en esa fecha y enviados en cautiverio a un nuevo exilio esta vez a Roma y nos sentamos en Roma añorando a la pequeña Jerusalén. Desde ahí nos fuimos y en todos los momentos difíciles en la más alarmante fragilidad siempre declaramos: “Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno”.
En Sefarad (España) creímos haber encontrado un lugar seguro para vivir y trabajar mientras llegaba el Mesías y entonces fuimos asediados y asesinados por algunos grupos islámicos que dominaron la Península Ibérica, pero a los que les tocaba la muerte por las espadas bereberes, en su último suspiro alcanzaron a exclamar: “Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno”. También hubo

momentos que junto a los católicos fuimos tolerados por otros jerarcas musulmanes de pensamiento humano y progresista.
Tras una sangrienta lucha, los Reyes Católicos expulsan a los moros de la Península Ibérica y dirigen su política hacia la intolerancia religiosa. Cierran las puertas a la existencia de personas que profesaran otra fe que no fuera la Católica Apostólica Romana y también un día 9 del mes de Av decretan la expulsión de los judíos de Sefarad (España), con solo lo que pudieran cargar en su cuerpo pero con recursos monetarios limitados.
Muchos vendieron sus propiedades al precio que la ansiedad de partir les permitiera que salieran y así partieron en busca de nuevos refugios en la Europa del Norte, en los países costeros del Mediterráneo en África y Europa con la vista a Jerusalén y al cielo exclamando: “Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno”.
Los que creyeron que se quedarían aparentando haber cambiado de fe y fueron descubiertos por los inquisidores que les sometieron a inhumanas torturas para obligarles a reconciliarse con la Iglesia, muchos de ellos al tenor de los estiramientos de sus extremidades o la deglución forzada de agua y en medio de las llamas consumiéndolos, gritaban “Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno”.
Una nueva esperanza se abrió para los judíos en el norte de Europa; en la tierra de Ashkenaz (Alemania) se les hizo sentir seguros en su culto y su trabajo más con altos y bajos como los obstáculos para ejercer profesiones libres.
Por ser judíos se les impedía por ley tener acceso a las labores profesionales libres y científicas, por lo que muchos cambiaron obligados a la fe luterana. Pudieron así adquirir el boleto para ser tomados en cuenta en la sociedad alemana; ejemplos de personajes sobresalientes sobran, y así pues lograron llegar al siglo XX.
En Ashkenaz se levanto un demonio antropomorfo que controló las masas con su ideología nacional socialista, que contagió a sus seguidores. Llevaron a las cámaras de gas a millones de judíos que les fue posible encontrar en Ashkenaz y fuera de ella y cuando iban a las cámaras de gases sus asesinos no podía soportar la entereza con la que gritaban “Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno”.
Hoy tenemos otros demonios que quieren destruir a Israel, pero seguimos con la vista al cielo y a Jerusalén diciendo “Escucha Israel, Dios nuestro, Dios de Israel es uno” y seguimos temiendo al día 9 de Av hasta la llegada del Mesías en esa fecha en que la tristeza que juntó en su historia el judío se convertirá en la fiesta más grande del pueblo judío

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