Simjat Torá cierra las festividades del mes de Tishrei Rabi Shmuel Shaish

[Jayme Fucs Bar]

La festividad de Simjat Torá es una fiesta de la época del Segundo Templo, ensamblada en una festividad de la Torá. Después de los siete días de Sucot debemos festejar Shmini Atzeret, un octavo día de Asamblea que cierra la época de las festividades de Tishrei y entramos al invierno.
No sabemos exactamente que era esa festividad, aparte de los sacrificios obligatorios de ese día y ser un día de Asamblea. Pero desde la época de Ezra y Nejemia (siglo V e.C.) pasó a ser Simjat Torá.
Una de las épocas mas críticas en la larga historia de nuestro pueblo es el exilio Babilónico (586 a.e.c.- 520 a.e.c.+-) y el retorno a Sion (520 a.e.c.- 420 a.e.c.+-). En esos tremendos momentos, en los cuales la supervivencia del pueblo estaba en duda, surgió una elite directiva revolucionaria, que comprendió que se debían hacer grandes cambios para subsistir como pueblo y cultura. Desde el profeta Ezequiel hasta Ezra y Nejemia y los sabios de la Knéset Hagdolá (la gran Asamblea) se realizaron cambios que nos ayudaron a seguir existiendo, abriendo y cerrando puertas. Se estableció Rosh Hashana en Tishrei, se introdujo el calendario Babilónico, se anulo el alfabeto hebreo antiguo y se estableció el alfabeto “asirio” (que es el que usamos hasta hoy). Se prohibieron los matrimonios mixtos y se fijo como ley la línea matriarcal de herencia de judaísmo.
Los líderes comprendieron que había que hacer todos los cambios necesarios, para que la existencia judía no se trunque. Algunos cambios fueron dolorosos y problemáticos, mas ellos entendieron que si no se hacían, el pueblo de Israel podía desaparecer.
No todos los cambios fueron aceptados inmediatamente y en paz, pero al final se aceptaron y así se preparó el camino a la “Torá She Beal Pe” (la Ley Oral). Y la festividad de Simjat Torá es uno de los cambios que se hicieron. Cuando Ezra y Nejemia hacen aliá, encontraron en Yerushalaim unos cuantos de miles de judíos, que habían retornado a

Sion cuando el rey persa Ciro el grande permitió a los judíos restablecerse en la tierra de Israel y reconstruir el Templo. Estos judíos se mezclaron con los pueblos que habían invadido nuestra tierra, el Templo era muy sencillo, el liderazgo era muy pobre y asimilado, y los nuevos olim tomaron la dirección y decidieron fortificar espiritualmente al pueblo que residía en Sion, junto con los nuevos olim.
Con el triunfo de la hegemonía babilónica, con la clausura del Talmud Babilónico, (siglo VI e.c.) el sistema anual se impuso, aunque el sistema trienal continuó en algunas comunidades hasta el siglo XIV. Se estableció definitivamente Simjat Torá, decidiéndose que ese día se termina de leer la Torá con el último capítulo del Deuteronomio y se recomienza la lectura con el primer capitulo del Génesis. Y en esa forma leemos y estudiamos constantemente la Enseñanza. La Torá, esa patria chica de nuestro pueblo, que siempre está con nosotros, viene con nosotros a donde vayamos. En cada expulsión llevamos el Rollo Santo con nosotros. Es la Torá la esencia de nuestro ser. Por eso bailamos y nos regocijamos con ella. Bailar con la Torá o frente a ella es el amor que profesamos a la Palabra de Dios. Se cuenta que en el Yemen, cuando vieron a los judíos bailar y cantar con el Libro, les resulto tan extraño que nos comenzaron a llamar “El Pueblo del Libro” y nosotros nos sentimos tan orgullosos de ser ese pueblo que adoptamos esa denominación.
Y es así como seguimos regocijándonos con la Torá. Un cambio necesario realizado por líderes que guían, nos marcó el camino. Esos guías realizaron revoluciones por el bien de Israel. Conservaron lo que se merecía ser conservado y cambiaron lo que fue necesario. Introdujeron vino nuevo en vasijas antiguas y el resultado fue de extraordinaria fragancia y gusto.
Continuemos bailando con la Torá, expliquémosla en cada generación, respetemos la tradición y hagamos el cambio necesario; ya que “la eternidad de Israel no sera mentira”.
Comunidad “Taguel Aravá” Eilat
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