Parashat “Jukat” Autor: Rabino Dr. Aarón Zinder
Interpretación y comentario
“Tomó Moshé la vara de ante Adonai, como le hubo prescripto. Y congregaron Moshé y Aarón a la congregación al frente de la roca y les dijo a ellos: “Escuchad ahora los rebeldes, ¿acaso de esta roca os vamos a sacar agua?” Elevó Moshé su mano y golpeó la roca con su vara dos veces; salieron aguas copiosas, bebió la asamblea y sus animales. Dijo Adonai a Moshé y a Aarón: “Puesto que no habéis creído en Mí para consagrarme ante los ojos de los hijos de Israel, por lo tanto no habréis de traer a esta congregación a la tierra que Yo les he dado a ellos” (Números 2-:9-12).
Las interpretaciones midráshicas de estos versículos reflejan la problemática de nuestros Sabios con este texto bíblico. En comparación con la grandeza del líder, aquel ataque de ira y aquel momento de duda son insignificantes. Aunque sabemos que los justos son juzgados hasta en los más mínimos detalles, sería injusto tanto para con Dios -como para con Moshé- no analizar mejor estos versículos.
Nuestros Sabios adoptaron varias ideas interesantes en su intento de fortalecer o rechazar el texto literal.
Un midrash se refiere a la violación de la fe y confianza características de aquella relación “cara a cara” en la cual Moshé podía expresar libremente sus quejas. En esta manifestación pública de falta de fe, Moshé corta su relación íntima con Dios. El autor del midrash apunta a otro versículo (Números 11:21), en el cual Dios Actúa de manera indiferente ante una situación aún más grave de falta de fe. Allí Moshé duda de la capacidad de Dios de dar de comer a seiscientas mil personas. Pero estas palabras son dichas durante una conversación privada y, por lo tanto, Dios no Se enoja por lo que dice Moshé. Pero cuando golpea la roca, Mo- shé manifiesta su frustración en público.
Como explica el midrash: “¿Por qué fue decretado que Moshé no entre a la Tierra Prometida? El caso se parece a un rey que tenía un amigo íntimo que actuaba ante él de manera insolente cuando estaban en privado y el rey no hacía nada contra él. Pero un tiempo después, el amigo actuó de manera insolente hacia el rey delante de sus legiones y el rey decretó la muerte de su amigo.
Asimismo, el Santo Bendito Sea le dijo a Moshé: “El primer acto de insolencia (Números 11) fue sólo entre nosotros dos, pero ahora fue delante de muchos. Esto no puede ser, por eso está escrito: “Puesto que no habéis creído en Mí, para consagrarme ante los ojos de los hijos de Israel, por lo tanto no habréis de traer a esta congregación a la tierra que Yo les he dado a ellos” (Bamidvar Rabá 19:10).
Otro midrash destaca la gravedad de las palabras ofensivas de Moshé contra el pueblo. En él se toma en cuenta la difícil situación en la que se encontraban los hijos de Israel. ¿Qué se puede esperar de un pueblo de esclavos que fue tomado de la “seguridad material” de Egipto y fue obligado a enfrentar las privaciones del desierto? ¿Acaso ellos no tenían razón en quejarse, tomando en cuenta la situación peligrosa en la que se encontraban? Las exigencias de la existencia cotidiana tienden a hacernos olvidar los milagros y maravillas.
/> En ese contexto entendemos las palabras acusatorias del midrash: “Como consecuencia de las palabras de Moshé: `Escuchad ahora los rebeldes, ¿acaso de esta roca os vamos a sacar agua?', Yo (Dios) Decreto que Moshé no entrará en la Tierra Prometida” (Yalkut Shimoni, Job 908).
Otra interpretación intenta mitigar la severidad del decreto Divino. En un midrash, se presenta el decreto como un acuerdo entre dos partes, no como una iniciativa unilateral.
Moshé acepta el veredicto sobre sí mismo con la condición de que Dios Perdone al pueblo de Israel por el pecado del Becerro de Oro. Aquí se destaca la constante entrega de Moshé al pueblo de Israel, en contraposición con la ofensa eventual.
“Le dijo: “Soberano del Universo: ¡Que yo (Moshé) muera y cien como yo conmigo, pero que no sea lastimada una uña de los hijos de Israel!” (Devarim Rabá 7:10).
Una última interpretación se centra en la preocupación de Dios por los sentimientos de Moshé. El midrash ve el decreto de Dios como un acto de compasión cuyo objetivo es evitar la humillación de Moshé como consecuencia del nombramiento de Iehoshúa como su sucesor.
Moshé implora a Dios y le pide ser el ayudante de Iehoshúa para así poder entrar en la Tierra Prometida. Dios responde al pedido y Moshé va a la izquierda de Iehoshúa, como símbolo de su posición inferior. Los dos entran a la Tienda de Reunión y una columna de nube los separa. Cuando desaparece la nube, Moshé se dirige a Iehoshúa y le dice: “¿Qué te fue revelado?” Iehoshúa respondió: “Cuando La Palabra te fue revelada a tí, ¿acaso yo supe lo que Dios Te dijo?” En ese momento Moshé exclamó: “Mejor morir cien veces que experimentar la envidia una sola vez” (Devarim Rabá 9:9).
Los primeros dos midrashim tratan de justificar la acción de Dios a los ojos de los seres humanos, y los últimos reflejan la compasión existente en Moshé y en Dios. Por su amor al pueblo de Israel, Moshé estaba dispuesto a renunciar al cumplimiento del sueño de su vida de entrar a la tierra de Israel, y por Su amor a Moshé, Dios Tuvo que evitar que Moshé perdiera su distinguida posición ante Él en la Tienda de Reunión.
Moshé -enceguecido por su deseo de de entrar a la Tierra Prometida- aprende sólo por el camino más difícil, que Dios Hizo un acto de compasión con él.
Una leyenda talmúdica cuenta que Dios le propuso a Moshé liderar la bendición después de las comidas en una cena en honor a los justos en el otro mundo. Moshé rechazó la invitación diciendo: “No lo voy a hacer porque no tuve el honor de entrar en la tierra de Israel” (Pesajim 119b).
Tanto en el cielo como en la tierra, Moshé se presenta como “muy modesto, más que todo ser humano que existe sobre la faz de la tierra” (Números 12:3).
Triste e irónico. Nosotros y nuestros líderes -que no llegamos ni a los talones de Moshé- tuvimos el honor de heredar la Tierra Prometida, mientras que Moshé -el más grande de todos- fue enterrado al otro lado del río Jordán, en un lugar desconocido.
*Profesor de Midrash, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, la Asamblea Rabínica de Israel, el Movimiento Conservador y la Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: rabina Sandra Kochmann.