Parashat “Kedoshim” Autor: Guershon Navé*
Interpretación y comentario
“Y habló Dios a Moshé diciendo: Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: Consagrados habréis de ser, ya que Santo Soy Yo Adonai, vuestro Dios“. (Levítico 19:1-2).
Tres preguntas diferentes surgen de la lectura de esta corta introducción a la parashá: ¿cuál es la intención de destacar de manera inusual “a toda la congregación”? ¿Por qué no usó el texto el estilo acostumbrado: “Habla a los hijos de Israel y diles”? ¿Qué significa la orden “consagrados habréis de ser”? ¿Es éste un “precepto positivo”, una mitzvá que debemos cumplir? ¿Es una orden concreta o general? ¿Qué significa la justificación “ya que Santo Soy Yo Adonai vuestro Dios”?
Parecería que éstas son tres preguntas diferentes: ¿es así realmente? ¿quizás hay aquí un tejido oculto de una solución que incluye a todas?
Veremos cada una de las tres preguntas:
“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel” La lectura de todo el capítulo nos deja la impresión de que, en pocos versículos, el mismo abarca de manera sintética los principios de la ideología bíblica: la santidad de Dios, el respeto a los padres, el Shabat, las ofrendas, los híbridos, los múltiples preceptos del ser humano para con sus semejantes como los relacionados con dejar parte de los productos de la cosecha a los necesitados, la prohibición de engañar al extranjero, “no permanecerás (como cómplice) frente a la sangre de tu prójimo”, entre otros.
Najmánides e Ibn Ezra traen en sus comentarios explicaciones que indican que los preceptos citados vienen a concretizar los Diez Mandamientos: “En el midrash Vaikrá Rabá recuerdan sobre esta parashá: Rabi Levi dice: “Porque los Diez Mandamientos están incluidos en ella”” (Najmánides, vers. 4). Por lo tanto, Moshé fue ordenado a congregar a todo el pueblo y decirles directamente todo lo que está escrito en este capítulo, y no como era la manera acostumbrada, que era decirlo sólo a los representantes del pueblo. Rashi cita en este sentido uno de los midrashim: “Enseña que esto fue dicho cuando estaban congregados, porque de estos preceptos dependen la mayoría de los preceptos de la Torá” (Rashi, vers.2).
“Consagrados habréis de ser” En ciertos lugares de la Torá, aunque de diferente manera, aparece una frase similar, como por ejemplo: “Y seréis consagrados porque Santo Soy Yo” (Levítico 20:26), pero aquí aparece la frase de manera firme y
decisiva. Aquí suena como una orden y no sólo como un desafío. A pesar de ello, Maimónides no ve esta orden como un “precepto positivo” y tampoco lo cuenta en la lista de los preceptos, porque el mismo no posee la característica de ser concreto. Este versículo y todos los que se le parecen son, según Maimónides, una orden relevante en cuanto a la manera en la que la persona debe encaminar su vida. “He aquí que habrán en la Torá órdenes y advertencias que no son algo específico pero que incluirán a todos los preceptos... y no enumeraré esta orden como un precepto en sí mismo, porque no fue ordenada sobre una acción determinada...y ya se equivocaron y nombraron “consagrados habréis de ser” como un “precepto positivo” y no sabían que fue dicho “consagrados habréis de ser”, como órdenes relacionadas con el cumplimiento de toda la Torá”. Y en las palabras del midrash Sifra, “consagrados habréis de ser” quiere decir que deben alejarse de todas las cosas indecentes” (Maimónides, Introducción al Libro de los Preceptos).
En este sentido, hay que recordar la diferencia de opinión entre Rashi y Najmánides: Rashi relaciona el versículo “y consagrados habréis de ser” al tema que precedió al mismo -es decir, al tema de las relaciones prohibidas-, mientras que Najmánides, al igual que Maimónides, ven esta frase como general.
Profunda, básica y no menos esencial que la enseñanza “consagrados habréis de ser” es la justificación de la misma: “ya que Santo Soy Yo Adonai, vuestro Dios”. Esta justificación no es exclusiva de este versículo y aparece de diferentes maneras en muchos otros lugares. La repetición de la misma da testimonio a su gran importancia teológica. Éste es el gran desafío que se encuentra delante del ser humano: imitar de todas maneras posibles a Dios. Esto aparece como hilo conductor en las fuentes de nuestros Sabios: “Así como Él es llamado “compasivo”, tú debes ser “compasivo”; así como Él es llamado “misericordioso”, tú debes ser “misericordioso”; así como Él es llamado “santo”, tú debes ser “santo” (Maimónides, “Hiljot Deot”, Cap.1).
En base a estas cosas, podemos entender mejor por qué le fue exigido a Moshé congregar a todo el pueblo y decirles estas palabras de manera directa. Aquí se da expresión a la idea central de la imitación a Dios y también a los Diez Mandamientos, que constituyen la base fundamental. Y somos exigidos a aceptar y recibir esto juntos, como individuos y como sociedad al mismo tiempo.
* Kehilat Moriá, Haifa