Parashat "Koraj" Autor: Eitan Cooper*
Interpretación y comentario:
El estudio de la parashá "Koraj" y de la haftará de Samuel I constituye una oportunidad para analizar la calidad del liderazgo que hubo en el inicio de la conformación del pueblo de Israel en el desierto y en el establecimiento del Reino de Israel después de la época de los Jueces. Vamos a ver tres características de un liderazgo destacado...
1- En el Tratado de Principios, Nuestros Sabios nos presentan dos tipos de discusiones: "La discusión en nombre del cielo, que va a perdurar" y "la discusión que no es en nombre del cielo, que no va a perdurar". El ejemplo de "la discusión en nombre del cielo" era la de Hilel y Shamai. Maimónides destaca en su introducción a la Mishná, que la característica de ese tipo de discusión era la lealtad de ambas partes a la verdad. En el Tratado de Eduiot, capítulo 1, hay una serie de mishnaiot que tratan del cambio de la postura de la Casa de Hilel cuando la Casa de Shamai venía con argumentos más fuertes que los de ellos. Es decir, su entrega a la verdad guió sus decisiones y políticas. Hasta hoy en día, alumnos estudian y participan de este tipo de discusiones que guían la tradición de nuestro pueblo.
Sobre el argumento de Koraj y su congregación contra Moshé y Aarón, destaca S. R. Hirsch: "Si hubieran llegado a esa idea por un error de interpretación, todavía sería posible enseñarles y corregir su argumento. Pero ellos llegaron a esa idea por celos y ambición de honor. Ocultos bajo la máscara de la representación de los intereses de todos, quisieron satisfacer los intereses propios. Y así trataron de desplazar a Moshé y Aarón y robarles sus puestos".
Moshé y Aarón buscaron la verdad y la justicia. Pero según Hirsch, la única cosa que no se podía demostrar de manera racional era la verdad interna de su misión. Por lo tanto, contra el lenguaje agudo y la táctica populista de Koraj, a Moshé y Aarón les queda una sola reacción posible: aceptar el llamado de Dios para comprobar la veracidad de su misión.
Cuando se ve que un lado persigue el poder y el honor propio, y el otro lado persigue la justicia y la verdad, la solución de esa discusión era que la misma, directamente, no exista.
2- Un líder adecuado ve en su función una misión que exige la disposición a renunciar a todo bienestar propio. A continuación del relato, Moshé se queja ante Dios por Koraj y su congregación: "No he tomado de ellos ni siquiera un asno ni he hecho mal a alguno de ellos". Moshé, el más humilde de la tierra, no entiende: "¿Qué más quieren ellos de mí?", él pregunta con frustración. En la haftará, Samuel viene con una inquietud parecida ante el pueblo: "¿Y el asno de quién he tomado? ¿Y a quién he oprimido? ¿O a quién expoliado? ¿Y de mano de quién he tomado rescate?" Como Moshé, la pureza de atributos de Samuel no estaba en dudas.
Pero la entrega de Moshé y Samuel a sus misiones tenía un lado negativo: hay un indicio de que ellos dejaron de lado las necesidades familiares. Tanto Moshé como Samuel
fracasaron de gran manera como "dueños de casa". En el caso de Moshé, el descuido de la vida familiar comenzó con la negligencia en la circuncisión de su hijo y finalizó con el alejamiento total de la vida familiar. S. I. Agnón escribe un cuento corto e ilustrativo llamado "Los hijos de Samuel" (en su libro "Elu ve Elu"). En él, los hijos del profeta Samuel aparecen ante los sabios en un sueño para defenderse de la culpa por "haber perseguido la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho". Ellos explican que su padre estaba tan ocupado en los asuntos públicos y se esforzaba tanto para no tomar nada para sí mismo que, como consecuencia de ello, dejó de lado todo el manejo del hogar. Los hijos, entonces, debieron preocuparse por sí mismos y también por las miles de personas que iban a ser juzgadas y por las visitas que llegaban a la casa de la familia. No tuvieron más opción que recibir una recompensa por ese esfuerzo, y por eso los culparon de "haber perseguido la avaricia". De una u otra manera, el profeta Samuel, que fundó el Reino de Israel, fracasó en la educación de sus hijos.
3- La Torá nos muestra que un liderazgo efectivo debe ser determinante en el uso del poder. La Biblia nos enseña sobre dos tipos de profetas: uno verdadero y otro falso. En contraposición, Maquiavelo, el padre del pensamiento político moderno, dice que la historia nos enseña sobre otros dos tipos de profetas: armados y desarmados. En el caso de un profeta sin armas, sus enseñanzas tienden a perderse desde un principio; las enseñanzas de un profeta armado tienen posibilidad de perdurar. El claro ejemplo que trae sobre un profeta armado es Moshé, que no dudó en sacar su espada cuando fue necesario y salir a la guerra contra el enemigo exterior (por ejemplo, Amalek) o contra la amenaza interior (como en el caso del "Becerro de Oro").
Samuel es otro ejemplo de un profeta armado. Él llevó al pueblo a la guerra contra los filisteos y, a pesar de sus logros, aceptó el pedido del pueblo de nombrar un rey que continúe cuidando de la seguridad del mismo. Cuando Saúl duda en aplicar la fuerza, Samuel no duda en decapitar al rey de Amalek y cambiar el gobierno.
A pesar de que Koraj tenía todas las características que requiere un político exitoso - capacidad de hablar, relaciones humanas excelentes y capacidad de cerrar acuerdos y crear alianzas-, lo que exige un verdadero liderazgo es la entrega a la justicia y la verdad, una sensación de misión que supera todo instinto de interés propio y valentía para usar el poder en el momento oportuno y en la medida correcta. Por lo tanto, el Libro de Salmos reconoce la superioridad del liderazgo de los tres fundadores del pueblo de Israel: "Moshé y Aarón entre todos sus sacerdotes, y Samuel entre los que Invocó su nombre, invocaban a Adonai y Él les respondía". ¡Quién diera y a nosotros también nos envíen líderes adecuados con respuestas como ésa!
* Vicepresidente del Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén
Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, la Asamblea Rabínica de Israel, el Movimiento Conservador y la Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras.
Traducción: rabina Sandra Kochmann