JUDAISMO HUMANISTA

O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana

Parashat “Behaalotjá'' Autor: Rabina Tamar Elad-Appelbaum*

Parashat“Behaalotjá''

Autor: Rabina Tamar Elad-Appelbaum*

Interpretación y comentario ``Habló Adonai a Moshé diciendo: Habla a Aarón y habrás de decirle: Cuando hayas de encender las velas, hacia el frente del candelabro habrán de alumbrar las siete velas. Hizo así Aarón: hacia el frente del candelabro encendió sus velas como había prescripto Adonai a Moshé'' (Números 8:1-3). En los primeros momentos de esta parashá -que también están relacionados con la haftará del profeta Zacarías-, se le ordena al cohén Aarón encargarse de mantener encendidas las luces del candelabro del Tabernáculo. En todas las culturas la luz tiene un significado místico pues, a pesar de que no ofrece seguridad, igual hace toda la diferencia. Por eso, se considera a la luz como algo espiritual: una persona espiritual es llamada ``iluminada'' y se nos pide ``iluminar'' la historia de la Humanidad. Pero, ¿cómo iluminar? ¿Y cómo mantener esa luz? Con una maravillosa simplicidad la parashá nos enseña que el secreto de la ``iluminación'' está en una palabra: ``behaalotjá'' (``cuando hayas de encender''). Nuestros Sabios se preocuparon de revelar los detalles del secreto del encendido de la luz. En el capítulo dos del Tratado de Shabat del Talmud de Babilonia, los Sabios tradujeron a un lenguaje práctico la frase ``cuando hayas de encender''. ``¿Con qué se enciende y con qué no se enciende?'', y una lista completa de mechas y materiales combustibles permitidos y prohibidos para encender con ellos las velas de Shabat. Criterios descriptos en un lenguaje halájico (legal) seco, cuyo objetivo era orientar a los individuos cómo encender la luz en sus casas en las vísperas del Shabat. Raba (amoraíta del siglo III en Babilonia) concluyó que hay un criterio para la mecha y un criterio para el aceite: ``Las mechas sobre las cuales dijeron los Sabios que no se encienden con ellas en Shabat, es porque la luz titila en ellas; los aceites sobre los cuales dijeron los Sabios que no se encienden con ellos, es porque ellos no son absorbidos por la mecha'' (Talmud de Babilonia, Shabat 21a). Es decir, la mecha prohibida es aquella que no permite al aceite alimentarla de manera fija, sino que algunas veces ella absorbe el aceite y otras veces, no. Este tipo de mecha genera una luz titilante y no es ése el tipo de luz que se nos pide en la víspera de Shabat. El aceite prohibido es aquél que ``no es absorbido por la mecha'', es decir, el aceite que no alimenta a la mecha. Raba resume la respuesta a la pregunta ``¿con qué se enciende?'' y explica: el encendido correcto ocurrirá solamente entre materiales que se alimenten y se correspondan uno al otro. Un aceite que encienda la mecha y se quede en ella, y una mecha que absorba el aceite de manera firme y se encienda con él. Parece que con las palabras ``con qué se enciende'' apuntaron nuestros Sabios a más lejos y no sólo al simple encendido de las velas. Durante miles de años de historia, nuestros Sabios nos trasmitieron los criterios espirituales para que seamos precisos en la tarea del mantenimiento de la luz del individuo y de todo el grupo. ``¿Con qué se enciende?'', suena como un eco la pregunta de nuestros Sabios en el Shabat de la parashá ``Behaalotjá''; ¿con qué materiales encendemos nosotros nuestras almas? ¿Y nuestros cuerpos? ¿Y la sociedad en la cual vivimos? ¿Será que nuestro encendido interior aumenta? ¿Será que somos absorbidos por la mecha del alma? Y no sólo al encendido de la luz interior se refirieron nuestros Sabios, sino al encendido de la luz en general y la luz ética. En su comentario espiritual al Talmud, escribe el rabino Abraham Itzjak HaCohen Kuk: ``...Que sea absorbido por la mecha material y no sólo que flote para aspirar un aire de sabiduría sin resultados concretos, buenos y justos. Así como esto es un certificado para el individuo, también lo es para todo el grupo''. La sabiduría y la iluminación personales no alcanzan. Ellas deben transformarse en un material de combustión para las acciones en favor de la ética general, de la moral que fluye hacia una luz fija y se eleva hacia la justicia y la rectitud. Desde que fue destruído el Gran Templo de Jerusalén, el pueblo judío apuntó a analizar su propio interior y preguntarse cómo construir una santidad que no vuelva a ser destruída. La parashá ``Behaalotjá'' nos revela cómo. La sabiduría no consiste en cómo encender la luz, pues la luz divina se encuentra en todas las criaturas. La sabiduría consiste en encenderla y mantenerla en una estabilidad constante. Debemos alimentarnos y alimentar a toda la sociedad con aceites y mechas de calidad. Debemos rechazar a aquéllos que hacen titilar la luz, y alentar a aquéllos que crean combustión y llamas que surgen de ella. Debemos asumir, así como asumió Aarón el Cohén en la para- shá ``Behaalotjá``, la responsabilidad de mantener la luz y su combustión. O sino vamos a descubrir que el candelabro es un obstáculo, que la luz es una sola. Encendamos la luz y tendremos éxito. Estudio y análisis Rabino Dr. Alexander Even-Jen Profesor de Pensamiento Judío, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalén El liderazgo de Moshé generó dudas no sólo en otras personas, sino también en el mismo Moshé. Él se auto critica, y esta crítica está dirigida también a Dios. Los reclamos del pueblo no son nuevos y son completamente comprensibles: el pueblo está hambriento, sufre, llora. ``Escuchó Moshé al pueblo que lloraba junto a sus familias, cada hombre en la entrada de su tienda. Se encendió el furor de Adonai mucho, y a los ojos de Moshé fue malo'' (Números 11:10). ¿Se trata de una revolución? ¿Por qué ``se encendió el furor de Adonai''? ¡Las personas lloran porque están mal! ¿Cómo se puede entender la reacción de Moshé: ``y a los ojos de Moshé fue malo''? ¿Qué fue ``malo'' según su visión? ¿El llanto del pueblo o el enojo de Dios? * Comunidad ``Maguén Abraham'', Omer Editado por el Instituto Schechter de Estudios Judaicos, la Asamblea Rabínica de Israel, el Movimiento Conservador y la Unión Mundial de Sinagogas Conservadoras. Traducción: rabina Sandra Kochmann

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