JUDAISMO HUMANISTA

O Judaismo Humanista é a pratica da liberdade e dignidade humana

El Livro de Esther: ¿Humanismo Hebreu? Autor Dra. Sara Strassberg-Dayan

El Libro de Esther: ¿humanismo hebreo? Autor: Dra. Sara Strassberg-Dayán

 

La fiesta de Purim es parte importante del folklore judío y la celebran en todo el mundo, de distintas maneras, judíos religiosos y laicos que concuerdan en considerarla símbolo de la salvación del pueblo judío de manos de sus enemigos a través de las generaciones. En Israel se tiende a considerar a Purim principalmente como festividad de los niños que se disfrazan y como ocasión de desfiles pintorescos por las calles de las principales ciudades del país además de las fiestas de máscaras de los mayores, en resumen, algo así como un Carnaval judío, tiempo de alegría y diversión. Para la mayoría de la población más que los contenidos temáticos se destacan las costumbres y tradiciones especiales, así como la atmósfera de celebración pública en condiciones de independencia nacional. Entre aquellos que sí se interesan por los contenidos temáticos, existen dos grupos distintos y hasta opuestos entre ellos en cuanto a su interpretación del tema. Para quienes se declaran humanistas que creen fundamentalmente en el amor a la humanidad y en valores morales universales, hay en el Libro de Esther contenidos conceptuales y morales que contradicen la ética judía de acuerdo a su interpretación del judaísmo, en especial en relación a la conducta aparentemente ``no judía'' del vengarse los judíos de sus enemigos y ser capaces de matarlos y alegrarse por su muerte. Para los otros, justamente estos contenidos conceptuales y morales fortalecen su propia visión del mundo y del judaísmo a través de una interpretación nacional -o nacionalista- fundada en una concepción del mundo liberada de valores humanos universales y que considera como valor superior la supervivencia del pueblo judío, para cuyo logro se justifica el uso de todos los medios, también la violencia, contra los enemigos. Podríamos decir que la forma de leer y de interpretar el Libro de Esther (la Meguilá) revela la identidad y la ideología de la persona. La división entre estas dos interpretaciones radicales refleja, a mi entender, el proceso de creciente polarización ideológica que experimenta actualmente la población judía de Israel, proceso cargado de implicaciones peligrosas para el futuro de la sociedad israelí, pues la vida bajo la amenaza permanente de exterminio favorece la adopción de posiciones radicales y, en especial, fortalece la propagación de la interpretación nacionalista y anti humanista. Creo que estas dos interpretaciones están equivocadas y se basan en una lectura unidimensional del relato cuyo mensaje es, a mi entender, muy distinto de la imagen popular centrada en los contenidos bélicos y aparentemente anti humanistas de la Meguilá, que destaca el festejo de la victoria armada de los judíos y su alegría por el exterminio de sus enemigos. Una lectura en profundidad del texto de la Meguilá puede revelar en ella una concepción distinta de un judaísmo que no es humanismo universal abstracto ni tampoco nacionalismo anti humanista sino lo que podríamos designar, siguiendo a Martín Buber, ``humanismo hebreo'', el humanismo que se encuentra en nuestras fuentes culturales. El ``humanismo hebreo'' no es un humanismo universal teórico que postula de palabra el valor superior de la humanidad en general y puede a veces exigir el sacrificio de los deberes hacia nuestros seres cercanos, nuestra familia y nuestro pueblo en aras de este ideal. El humanismo hebreo se basa en el cumplimiento de nuestros deberes en primer lugar con respecto a nuestros ``cercanos'', para luego ir ampliando el campo de obligación hacia otros pueblos y por fin hacia la humanidad entera. Como lo explicó Nejama Leibowitz en relación al tema: ``Los pobres de tu ciudad tienen preferencia'' (Mejilta 184), ``la Torá no promueve el amor a la humanidad, que pasa por alto los deberes para con los cercanos''. (``Reflexiones sobre la Parashá'', pág. 107). Esto no significa sin embargo justificar un egoísmo nacional que pone la supervivencia del propio pueblo como valor superior para cuya realización se pueden sacrificar todos los otros valores humanos. Según las fuentes del judaísmo cada ser humano (no sólo el judío) ``vale tanto como el mundo entero'' y el ideal profético habla de llegar a una Paz Universal en que todos los pueblos del mundo vivan en armonía y tolerancia recíproca. El judaísmo ve en forma negativa el fenómeno de la guerra con su secuela de sufrimientos y víctimas. Pero esto no significa que sea pacifista, pues las fuentes del judaísmo reconocen la existencia de guerras inevitables, las guerras que lucha el pueblo para defender su existencia son guerras ``sin otra alternativa'' y son un ``mal necesario''. Uno de los temas que tratan Nuestros Sabios -y que nos interesa en relación a Purim- es la enseñanza bíblica de no alegrarse ``ante la caída del enemigo''. (Proverbios 24:17-18). Los Sabios polemizan al respecto en el Tratado Sanhedrín 39 (Talmud Bavli) y plantean la aparente contradicción entre lo escrito en Proverbios 11:10 , ``cuando los malvados perecen, haya alegría'', y el relato talmúdico sobre el enojo divino cuando los ángeles quieren cantar ante el milagro del paso del Mar Rojo por los hijos de Israel al tiempo que los egipcios son devorados por las aguas, y les reprocha: ``Mis criaturas se están ahogando, ¿y ustedes cantan?'' (Meguilá 10). Y los Sabios señalan que Dios no se alegra pero otros (seres humanos) sí lo hacen. Como es sabido, Moisés y los hijos de Israel entonan en esta ocasión el famoso Cántico del Mar -que se pronuncia cada mañana durante la plegaria de Shajarit- donde alaban a Dios por la destrucción de sus enemigos. Pienso que la explicación talmúdica parecería ser que Dios -que castiga a los malvados- no puede alegrarse sin embargo ante la muerte de ninguna de sus criaturas, tampoco de los malvados, y no puede aceptar que los ángeles se alegren, pero no puede pretender lo mismo de parte de seres humanos, las presuntas víctimas de estos malvados. A lo máximo, podría verse la exhortación de no alegrarse ante la caída del enemigo como un ideal espiritual a alcanzar que debiera en cuanto tal ayudarnos a moderar nuestra alegría en estas situaciones. Si se lee el Libro de Esther desde la perspectiva del humanismo hebreo, el tema básico del relato es la asunción de su identidad judía por Mordejai cuando estando a las puertas del palacio del rey Ajashverosh es el único súbdito que no se postra ante la autoridad del monarca representada por Hamán, su primer ministro. La fe judía no permite a Mordejai arrodillarse ante un rey al que se asigna carácter divino, pues esto es idolatría. Y así se revela su fe en el Dios Uno Creador del universo a cuya imagen y semejanza fueron creados los seres humanos que tienen todos, por lo tanto, la misma dignidad y los mismos derechos. Según esta concepción, las distintas funciones sociales -rey, esclavo, sirviente o ministro- no expresan diferencia esencial sino son sólo funciones distintas intercambiables entre ellas como las ropas de un disfraz. En este sentido, el monoteísmo judío implica en sí mismo el humanismo. El acto de Mordejai -al no arrodillarse- afirma su fe en Dios y en la concepción del mundo y de la vida de la Torá opuesta radicalmente a la concepción idólatra y jerárquica de Hamán que representa un régimen imperialista anti humanista en donde quien tiene ideas o creencias distintas de sus dirigentes será castigado con la muerte. Esto pasa cuando Hamán se dirige al rey y acusa al pueblo de Mordejai por tener leyes distintas de las de todos los otros pueblos (y por no observar las leyes del rey) y pide por esto que se extermine a este pueblo disperso por todo el Imperio y se expropien sus bienes. Es sabido el desarrollo de los hechos desde que Hamán emite en nombre del rey el decreto que ordena matar a todos los judíos el 13 de Adar, y cómo logran Esther y Mordejai provocar la caída de Hamán descubriendo ante el rey sus verdaderos propósitos. Lo que interesa destacar desde la perspectiva del humanismo hebreo es cómo explica la Meguilá las razones de la lucha final. Según la Meguilá, después de la caída de Hamán, Mordejai y Esther solicitan al monarca que anule el decreto de exterminio de los judíos. El problema es que el rey, por respeto a las leyes, no puede revocar el primer decreto y en lugar de esto les autoriza a escribir otro decreto en su nombre. En este segundo decreto del 23 de Siván que Mordejai hace conocer a todos, judíos y no judíos, se autoriza a los judíos de todo el imperio a unirse el día 13 de Adar y luchar para defender sus vidas matando a quien salga contra ellos. Esto significa que tanto los judíos como los no judíos tuvieron nueve meses para decidir y preparar lo que iban a hacer el 13 de Adar. Los judíos decidieron luchar -no tenían otra alternativa-, hubo muchos no judíos que decidieron no intervenir, hubo otros que se unieron a los judíos y también hubo partidarios de Hamán que decidieron seguir adelante con los planes de Hamán. Es contra éstos últimos que se desarrolla la lucha armada de los judíos. En la capital Shushán los judíos obtuvieron permiso para luchar un día más hasta terminar con los hijos de Hamán y todos sus adeptos. Y es de esta manera, luchando, que se llegó al triunfo final de los judíos. Si leemos el Libro de Esther desde esta perspectiva del enfrentamiento entre el judaísmo monoteísta y humanista con una concepción idólatra y anti humanista, la historia de Purim recibe un significado muy distinto de las dos interpretaciones a las que me referí al principio. Así comprendemos que el festejo de Purim ordenado en la Meguilá para ser celebrado en el futuro por los judíos de todas las generaciones no conmemora la realización de un presunto ``pogrom'' judío contra no judíos, sino la alegría de que la fe en Dios no fue defraudada y que los judíos de Persia lograron mediante su lucha invertir la sentencia de exterminio a que fueran condenados por Hamán. De esta manera, podemos ver el Libro de Esther centrado sin duda en el tema de ``la salvación del pueblo judío'', como expresión del humanismo hebreo, un humanismo basado en la existencia de pueblos distintos y que reconoce el derecho de todos los pueblos a existir, así como los derechos iguales de todos - hombres y pueblos- a tener ideas y creencias distintas, siempre que ellas no impliquen el odio y la destrucción de quienes tienen otras ideas y creencias. Este humanismo, que proclama el deber de la tolerancia y del respeto mutuo entre todos, implica también la obligación de rechazar y oponerse -también por la fuerza- a quienes niegan los derechos humanos y pretenden exterminar a otros personas, pueblos, culturas, por pensar o por creer de otra manera. Y esta obligación se asume justamente en nombre y en defensa de la Santidad de la Vida y de los valores humanos universales, no simplemente para satisfacer el egoísmo nacional de un pueblo determinado o su voluntad de dominio

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