JUDAISMO HUMANISTA

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En el Día de la Madre recordamos a Henrieta Szold Autor: Rajel Hendler

En el Día de la Madre recordamos a Henrieta Szold Autor: Rajel Hendler
Hace unos días celebramos el Día de la Familia, que hasta hace unos años se titulaba “Día de la Madre”.
Y pensé que será muy interesante recordar la figura ejemplar que fue Henrieta Szold (foto). Hace 66 años que falleció Henrieta Szold; en sus fotos se ve una mujer anciana, de mediana estatura, su rostro enmarcado por una blanca cabellera y una cálida y brillante mirada de madre judía, toda ternura y amor.
En el Galil hay un kibutz, Kfar Szold, que lleva su nombre y en Tel Aviv y Jerusalén, calles a su nombre, así como hay institutos e investigaciones como el Majón Szold, premios que llevan su nombre y mucho más.
Henrieta Szold pertenece a la clase de personas que enriquecen su existencia haciendo el bien al prójimo, hasta olvidarse de sí mismas.
Más allá de su obra concreta, de su trascendente labor y filosofía educacional, cabe destacar su amor al niño, su entrega total a la causa judía sionista, a Eretz Israel, a la par que su sentido común y eficiencia; su relación humana, su respeto y amor al semejante. Imagen de una anciana con fuerza, empuje juvenil y belleza inteligente.
En diciembre de 1860, hace 151 años, Henrieta nació en Baltimore, hija de un rabino inmigrante de Hungría, la mayor de ocho hermanos.
Su primer recuerdo histórico, es el asesinato de Abraham Lincoln. Ya de jovencita trabajó con su padre como secretaria de la comunidad.
A los 20 años tuvo su primer encuentro, su primer impacto emocional y su toma de conciencia del problema de Eretz Israel, sus dificultades y su proyección sobre la causa sionista. Eran aquellos días oscuros de los pogromos en Rusia. Ella visita los guetos de Hungría, la comunidad judía de Praga y asume y sufre la problemática judía en general.
En 1909 visita por primera vez, junto con su madre, Eretz Israel, donde la vida es muy difícil, donde enfermedades y pestes de toda clase afectan a la población. Vuelve a su país y comienza a organizar ayuda a los necesitados y enfermos. Así se funda la Organización Hadassa en Estados Unidos, obra que se transforma más adelante en una amplia red de instituciones de asistencia médica y social.
Durante 25 años trabaja sin descanso, organizando la ayuda en todos los ishuvim a lo largo y a lo ancho del país. A los 72 años decide volver a su familia para pasar con ellos el resto de su vida. Pero entonces comienza la época hitleriana y sus terribles consecuencias. Por lo tanto, a los 72 años, sale a Londres y de allí a Berlín y asume la dirección de Aliat Hanoar, con el fin de salvar judíos de las garras nazis y traerlos a Eretz Israel.
Su santa empresa es rescatar a los niños del infierno nazi y brindarles un hogar en Eretz Israel y en esa tarea no sabe de descanso. Su slogan: “Sean los niños rescatados y redimidos”. O sea que no basta con traerlos a Eretz Israel, sino que aquí comienza la tarea de brindarles un hogar cálido y seguro y una educación adecuada y eficiente.
A esta tarea entrega Henrieta Szold su vida, sus años. Recorre todos los lugares del país donde se encuentran instituciones de Aliat Hanoar, conversa con los niños, se ocupa de problemas individuales y generales. Alguien dijo al respecto: “No tuvo hijos propios, pero fue la madre de centenares de niños salvados y rescatados”. Gracias a su visión y entrega total, supo integrarlos a la patria judía en marcha.
Siempre ligó su vida a los jóvenes y así lo expresa magistralmente en el mensaje que emitió por la radio cuando cumplió 80 años y que ella tituló: “Vivir la vida con el corazón pleno”.
Y así habló Henrieta Szold a los 80 años: “En aquellos días, cuando yo era joven como ustedes hoy, los que escuchais mi voz, no había en el país teléfonos ni automóviles, ni aviones ni radio. Y ahora cuando envejecí y llegué a cumplir 80 años (edad que el rey David llamó `gvurot', palabra a la cual no encuentro traducción exacta en hebreo; creo que es simbiosis de ancianidad con madurez y plenitud. R.H.), tengo el privilegio de que a través de este maravilloso aparato, me escuchen miles de jóvenes y niños, en todos los rincones del país”.
“Ustedes ven con vuestros ojos cuántas maravillas, cuántos cambios y progresos se operaron durante 80 años de mi vida”.
“Pero una cosa quedó inmutable, inmanente a través del tiempo. Hoy como ayer, hombres y mujeres que hacen el bien, hoy como ayer hombres y mujeres generosos ayudan al prójimo; hoy como ayer hay hombres y mujeres nobles que trabajan y construyen, que crean, hoy como ayer hay hombres y mujeres estudiosos y cultos que aportan a la ciencia, al pensamiento, a elevados sentimientos e ideales humanos”-.
“Hoy como ayer, el pueblo judío cultiva el espíritu, el alma, como lo hizo desde sus comienzos. El alma humana por siempre prevalece y busca la senda para la comprensión fraterna”.
Cuánta ingenua belleza en las palabras de Henrieta Szold!
Y sigue el mensaje: “Y en este sentido, como estos altos valores sigan vigentes, puedo yo hoy, encontrarme junto a los jóvenes, unir mi vejez con vuestra juventud y proponerles un acuerdo, que firmemos un pacto, ustedes la juventud y yo la vejez, y converjamos que vamos a vivir la vida con el corazón pleno, a fin de cultivar y realizar nuestros ideales judíos, nuestros mejores valores éticos , mientras alienten nuestras almas, jóvenes y ancianos unidos”.
El 13 de febrero de 1945, hace 66 años, falleció Henrieta Szold en el Hospital Hadassa en Har Hatzofim y allí fue sepultada.
Bendito sea su nombre

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