Continuamente, en esta época muchas personas me hacen la misma pregunta: ¿para qué seguir señalando Tishá Beav, cuando ya tenemos un Estado, somos independientes, Ierushalaim está reconstruida? ¿Por qué estar de duelo, ayunar, no vestirse con nuevas ropas? ¿Por qué no regocijarnos, comer y beber bien y no festejar en los días anteriores a Tishá Beav? Y de primera intención pienso, ¿quizás hay algo en esas preguntas? Pero luego, pensándolo bien, llego a la conclusión que Tishá Beav como día de duelo y aflicción debe continuar, con pequeños cambios.
Esas preguntas ya surgieron en la época del Retorno a Sión alrededor del año 500 a.C, cuando el profeta Zacarías (8:19) contestó: “Así habla Dios: el ayuno del cuarto, quinto, séptimo y décimo mes (los ayunos por la destrucción del Templo y la pérdida de la Tierra de Israel) se convertirá para la casa de Yehudá (el pueblo judío) en júbilo y alegría y en alegres fiestas; pero amad la rectitud y la paz”.
En el Talmud Babilónico encontramos que los rabinos ya discuten sobre la actualidad de Tishá Beav basándose en las palabras del profeta: “dijo Rabi Shimon Jasida... …en tiempos de paz serán días de regocijo, no hay paz-ayunar-” (Rosh Hashana 18:2). Y continúa la discusión sobre el significado de “paz”, y esa controversia continua hasta hoy en día.
Rashi el gran comentador de la Biblia y el Talmud (siglo XII), dice que paz es una total liberacion del pueblo “que manos extrañas dominan al pueblo de Israel”, Ranbam (Rabi Moshée ben Najman, siglo XIII) sostiene que estamos sufriendo de manos de otros pueblos, y debemos afligirnos y ayunar.
Y podemos seguir viendo antecedentes.Pero no podemos negar que algo importante nos ha ocurrido a los judíos: el Estado de Israel ha surgido hace ya sesenta y dos años. Somos soberanos e independientes, ¿para qué seguir llorando y ayunando cuando tenemos bandera, escudo, gobierno propio, ejército y policía nuestra? Hemos retornado a nuestra tierra, hablamos nuevamente en hebreo, construimos a lo largo y ancho del país, millones de judíos se han reestablecido en la tierra ancestral, ¿para que seguir entristeciéndonos y ayunando?
Todo lo escrito es verdad, mas debemos preguntarnos: ¿reina y gobierna la paz? ¿Estamos seguros que hemos llegado a una plena y absoluta seguridad? Y la realidad es triste: no tenemos paz con nuestros vecinos, el antisemitismo sigue levantando cabeza en el mundo, hay quienes ponen en duda la legitimidad de nuestro Estado. Continuamos viviendo como en la época del profeta, “con una mano construimos y en la otra sostenemos el arma para defendernos”. Esa no es la paz que el profeta habla.
No nos dejemos llevar por espejismos, nuestro Estado es joven y todavía debe luchar para lograr la verdadera y sincera paz.
No debemos tirar por la borda nuestra tradición y experiencia. Si vivimos solamente el momento, podemos caer en los mismos errores y tragedias del pasado. Debemos mirar hacia adelante, pero también ver hacia atrás. Cuando rezamos diariamente terminamos el rezo principal con las palabras: “El que establece la paz en las Alturas, establecerá la paz sobre nosotros y sobre todo el pueblo de Israel (y algunos agregan y sobre todos los seres humanos)”. Y al decir estas palabras damos unos pasos para atrás y luego volvemos, para recordarnos que por la paz hay que a veces ir hacia atrás para seguir adelante.
No hemos llegado a la tan ansiada paz, y por lo tanto el duelo y el ayuno continúa.
Ojala seamos testigos de la verdadera paz y se cumplan las palabras del profeta Zacarías 8:22-23: “Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas para adorar a Dios en Ierushalaim… Así habla Dios: en aquellos días, diez hombres de todas las lenguas del mundo tomaran a un judío por la orla de su vestido y le dirán: Dejadnos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros”.
Y hasta que ese día llegue la paz será una súplica y no la realidad. Por eso debemos conservar Tishá Beav y luchar para que ese nefasto día pase a ser un día de fiesta y regocijo.
*Congregación “Taguel Aravá“, Eilat
shm111@smile.net.il
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